Una constitución moral ¡bah!
A
la política siempre se le ve desde afuera como algo pestilente y asquerosa. Es
probable que haya unas cuantas personas que no estén convencidas de ello. Los
primeros en saberlo, son los políticos, con la diferencia de que a ellos les vale,
por eso participan dentro de ese chiquero.
La
política es un mundo tenebroso y siniestro, donde lo normal es que todos
cometan contra los demás todas las traiciones, deslealtades y perversidades que
se les pueda ocurrir.
Dentro
de la política vive la corrupción, misma que tiene múltiples significaciones,
entre las más destacadas está el tráfico de influencias, el soborno, la
extorsión, el fraude, la malversación, el incumplimiento, el caciquismo, el
compadrazgo, el nepotismo y la impunidad.
Al
final de cuantas, la corrupción es un ambiente de putrefacción social, y por lo
mismo, en nuestro país la padecemos tanto.
La
corrupción que deja Peña Nieto y que dejó crecer sin ningún recato, parece que
nadie la puede parar. Lo que este sexenio creó, fue una enfermedad altamente
infecciosa que se manifiesta por el descarado egoísmo y la falta de justicia.
Por la falta de ésta última se han destruido los valores.
¿Desde
cuándo o con quién inició la corrupción? Desde luego que habrá un montón de
teorías, y dentro de éstas, está la recriminación al gobierno, pero si la
corrupción existe, es porque las autoridades la promueven, y si la sociedad es
corrupta, es porque a sus dirigentes les conviene el ambiente nauseabundo.
Un
gobierno legitimado, decente, con aprobada raíz popular, está más alejado de
caer y propiciar la corrupción; no así, un sistema impuesto que compró su lugar
con dinero.
Si
echamos una mirada hacia atrás, ninguno de los gobernantes pagó por no respetar
los principios de la ética política. Ni Salinas ni Zedillo ni Fox, ni Calderón
ni La Gordillo, aún cuando se nos dice que estuvo en la cárcel. Esta mujer
seguirá violando todo principio ético y moral.
Si
se le preguntara a Salinas de Gortari, o a la Gordillo, o a Napoleón Gómez
Urrutia, o a Marcelo Ebrard, qué piensan sobre lo éticamente bueno, o sobre qué
es la moral. Probablemente dirían, cómo lo dijo Gonzalo N. Santos: "la
moral es un árbol que da moras”.
Es
probable que por todo lo perdido en nuestro país, el presidente electo López
Obrador, quiera hacer ahora una “Constitución moral”, sin tener la mínima idea
de lo que eso significa. Primero, porque su partido es un nido de ratas,
matones, narcotraficantes, huachicoleros y demás; y segundo, porque el primero
que resultaría lastimado sería Obrador y después su gabinete.
No
existe norma moral más eficaz que el ejemplo. Entonces, ¿para qué una
“Constitución” escrita? En este momento, México necesita acciones no doctrina.
Pero…
¿y qué les parece si le pedimos a López Obrador, que nos comience a demostrar
que él es un hombre de integridad?
No
puede, ¿verdad? Con razón está
proponiendo muletas para el país: una “Constitución moral, ¡bah!
Twitter: @horaciocorro
Facebook: Horacio corro
horaciocorro@yahoo.com.mx
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