Aunque
no lo creas, hay carneros que usan anteojos. No, no me refiero a las personas
de apellido Carnero que usen lentes; no. Me refiero a los rumiantes que sobre
su nariz usan gafas.
Algunos
labradores de Europa para proteger a sus rebaños de las terribles enfermedades
de los ojos provocadas por el reverberar de las nieves, dotan de gafas a sus
animales.
La
gente también los usa, pero de esos claros, transparentes, sin graduación.
Quienes los utilizan así, son como para apantallar o para transformar su carita
haciéndose pasar por ratón de biblioteca, o algo así.
Si
estos lentes sin graduación son para alterar la personalidad, entonces, ¿para
qué sirven los lentes oscuros? Hace años, los lentes oscuros casi eran
exclusivos de artistas de cine o televisión que trataban de disimular su
identidad.
Los
lentes oscuros más famosos que ha tenido el país, fueron los de Fidel Velázquez,
líder de la entonces poderosísima CTM.
Los
cartonistas se apoyan en ellos para destacar la figura del líder cetemista. Los
lentes de don Fidel llegaron a ser casi el símbolo de los trabajadores de
México.
Pero
llegó el tiempo en que los lentes oscuros se democratizaron mucho más que la
política. Los usaba aquel tipo que regresaba a su pueblo después de una larga
temporada de ausencia para demostrar su éxito.
Otros
más, los usaban para seguir recordando su Acapulco de hace tres o cuatro años.
Aquellos otros, para esconder sus patas de gallo, tristezas, desvelos,
depresiones, cuencas huecas, crudas, ojeras, perrillas, conjuntivitis, pasones,
ojos desmaquillados, etcétera.
Otras
personas usan lentes oscuros porque sienten seguridad. Sienten que la oscuridad
les permite moverse con más autoridad, y por lo mismo, se les hace más fácil
entrometerse en todo.
Detrás
de ese par de cristales oscuros que descansan sobre la
nariz, muchas veces se ocultan frustraciones, secretos, misterios, vergüenzas o
miedos.
Si le preguntáramos a esas personas porqué usan
anteojos, seguramente nos responderán que porque les da seguridad, galanura, o para
que no lo reconozcan su chica o sus chico, para ver a la gente, para pasar
inadvertido, o para que no lo descubran que es el huy, huy, huy del ejido.
Dentro de los comics, uno de los héroes que usa
lentes es Supermán. Éste hombre de acero es un caso único. Hasta la fecha no he
podido entender cómo es que nadie se da cuenta que Supermán está debajo de ese
armazón de cristales transparentes.
Si los lentes de Clark Kent se los pusiéramos a
los políticos, nos encontraríamos en medio de un montón de hijos de su
kriptonita, sin poder reconocerlos. Sería tanto su poder, que ni el ciudadano
más abusado podría darse cuenta de sus abusos.
Por fortuna esos armazones todavía no están a la
venta, pero en realidad no hacen falta. Basta con que el político se eche
encima otra camiseta, otros colores, otras siglas, para que sientan que con
eso, ningún ciudadano los puede identificar. Eso creen ellos, cuando en
realidad es lo contrario. Es cuando todo mundo puede recordar su larga lista de
triquiñuelas anteriores.
Aunque no faltan los ilusos que siguen creyendo en
esos políticos que se cambian de camiseta a cada rato. Seguramente esos
babalucas cargan en sus bolsillos un pedazo de kriptonita y por lo mismo, no
han podido regresar a este planeta.
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Horacio Corro
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