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martes, 30 de enero de 2018


El periodista plagiador


Seguramente muchos de ustedes se acuerdan de aquel día en que la periodista Carmen Aristegui, anunció que revelaría otro secreto de Enrique Peña Nieto, y lo hizo bajo un reportaje que tituló “Peña Nieto, de plagiador a presidente” 
La historia comenzaba en 1991, cuando Peña Nieto presentó su tesis para obtener el título de Licenciado en derecho por la Universidad Panamericana.
En ese entonces, el Presidente tenía 25 años de edad. Su tesis de 200 páginas tenía al menos 197 párrafos plagiados. El contenido de sus tesis se lo había robado a otros autores como a Miguel de la Madrid Hurtado, Enrique Krauze, Diego Valadés, Jorge Carpizo, entre otros.
Ese descubrimiento fue otra vergüenza para este país, pero todo quedó como una mera anécdota. El mexicano tuvo que tragarse la vergüenza de su Presidente, y hasta ahí quedó todo.
Hay muchas historias de plagiadores en nuestro país.
Hace años, un amigo escribió un artículo para una revista, y reforzó su dicho con un párrafo de un historiador  a quien él respetaba mucho intelectualmente. Cuando apareció esa revista, una persona leyó el artículo en mención, y encontró que el párrafo que reforzaba el artículo, era de la autoría de ese lector. Ese lector, que resultó ser un historiador, se dio cuenta que el párrafo era de uno de sus libros. Así pues, el lector presentó su queja y el “respetado historiador” fue descubierto como plagiario.
Hace días me pasó algo parecido. Yo uso un programa que se llaman Google desktop, con el que buscó dentro en mis archivos personales, algunos datos que he ido acumulando durante muchos años. Al buscar ciertas palabras, el programa me llevó al Google que todos conocemos y usamos, y me apareció un portal Poblano llamado “El popular”, donde escribe un tipo que se dice periodista y analista político y de prospectiva social, de nombre Rodrigo Rosales Escalona. Encontré que éste sujeto tiene la costumbre de fusilarse los artículos de muchos periodistas, entre ellos algunos textos míos.
Cuando me di cuenta de eso, hice un entripado de los mil chamucos, y lo peor, encontré un texto casi íntegro al mío, que lo dedica a algunos políticos.
Les repito el nombre de ese fusilero. Se llama Rodrigo Rosales Escalona, por si alguien lo conoce para que le diga que ya lo descubrieron.
No cabe duda que estamos pasando por un tiempo bastante aventurado. A la gente ya no le gusta leer ni mucho menos imaginar. Lo que hacen muchos es copiar y pegar. Y esto viene desde la educación escolar, los maestros encargan tareas donde los estudiantes  ni siquiera leen, ni mucho menos el maestro para certificar si se trata de un auténtico trabajo o de un plagio.
No se vale que esos que se dicen periodistas, utilicen el cerebro de otros y no el propio para crear.
En las redes sociales se plagia mucho. Ojalá no lo hagas. Plagiar es mentir, es enfurecer mucho al autor.
El día que alguien te llegue a cachar y te demande por eso, puedes dañar tu vida y la de tu familia, además, te conviertes en la burla de conocidos y extraños. Algo así como le pasó a Peña Nieto, pero a pesar de todo lo que se hizo para acusarlo, nada prosperó. Nadie le pudo quitar sus licencias profesionales ni sus méritos académicos. Por eso, ahora sabemos que vivimos en un país de mentiritas.

Twitter: @horaciocorro
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horaciocorro@yahoo.com.mx



domingo, 21 de enero de 2018

El buen Juan Díaz Pimentel, Secretario de Salud


En vez de parar las agresiones contra los periodistas oaxaqueños, el Secretario de los Servicios de Salud de Oaxaca, Juan Díaz Pimentel, las fomenta.
A veces parece imposible, pero los funcionarios públicos son los principales ejecutores de los ataques contra periodistas.
El principal enemigo del pueblo es el amiguismo político. Es por eso que en los cargos de mayor responsabilidad no están los más capaces o los más inteligentes, están los amigos del jefe quienes se llevan los mejores sueldos.
Luego de lo sucedido el miércoles 17 de este mes, cuando un reportero entrevistaba al secretario de Salud, Juan Díaz Pimentel, sobre los trabajadores de esa dependencia, se le ocurrió indagar si iba a renunciar, y con marcada irritación le respondió: “Si tú quieres, sí”.
Después de esta pregunta, uno de los guaruras del Secretario agrede físicamente al reportero, y éste le pregunta al secretario si él había dado la orden para que lo golpearan. Díaz Pimentel le contesta “¡Por qué provocas!” y además le aseguró “¡Te van a buscar eh … él es un hombre como tú”. El reportero se queda atrás porque le cierran el paso los guardaespaldas, y le grita al Díaz Pimentel: “¿Es una amenaza?”.
Los que conocemos la trayectoria de este señor, sabemos que es un vulgar y auténtico porro que siempre ha estado al servicio de los Murat; y en cuanto a la pregunta del reportero de “¿Es una amenaza?”, habrá que sugerirle que se cuide, porque en realidad si la es.
No sería la primera vez, pero todo aquel periodista que no ve guapo, atlético, joven, inteligente, honesto y otras capacidades imaginarias del Secretario de Salud, estará fuera del reino. De su reino.
La agresión de este servidor público es como un parte aguas. El ejemplo público que dio, es un aval para que cualquier persona se sienta libre de atacar a algún periodista.
Solo como ejercicio memorístico voy a mencionarles algunos datos de lo que ha hecho este secretario porro:
En la madrugada del 18 de octubre del 2004, varias personas salieron del edificio de la Cámara de diputados, y se dirigieron hacia la caseta de revistas ubicada en la esquina norte del parque El llano, propiedad del señor Héctor Espinosa, (la Cámara en ese entonces estaba frente a dicho jardín). Los bidones de gasolina que llevaban en la mano, los vaciaron sobre el quiosco y le prendieron fuego. No fue la única caseta de revistas incendiada esa noche, hubo tres más. La quema fue intencional, y todo porque el  periódico Tiempo ―propiedad del gobernador José Murat, y del líder del Congreso Local Juan Díaz Pimentel―, no se vendía en esos lugares. Con esa intimidación obligaban a los voceadores a vender el diario en todos los estanquillos del estado.
Al día siguiente, el diputado Díaz Pimentel, visitó dos de los lugares incendiados, pero en vez de apoyarlos moral o económicamente ante la pérdida total, sólo les dijo: “¿Por qué no venden el periódico Tiempo?” Yo se los mando. ¡Así de cínico!
El hoy titular del Órgano Superior de Fiscalización del Estado de Oaxaca (OSFEO), Guillermo Megchún Velásquez, se desempeñaba en el sexenio de José Murat, como Contador Mayor de Hacienda y Secretario de Finanzas, y Juan Díaz Pimentel, como presidente de la Gran Comisión de la 58 legislatura; ambos, se negaron a fiscalizar la cuenta pública 2000, 2001 y 2002, lo que originó una controversia constitucional promovida por la Cámara de Diputados del Congreso Federal en contra del Gobierno de Oaxaca. ¡Así eran y son de cuchis!
Otro caso: José Murat Casab, tiene un compadre en Juchitán que se llama Héctor Matus, mejor conocido como “La garnacha”, quien se postuló para presidente municipal y para diputado plurinominal. Dos candidaturas a la vez. El tribunal Federal lo declaró inelegible, pero el Congreso del estado, encabezado por Juan Díaz Pimentel, declaró la desaparición de poderes en ese lugar y nombró una administración. Quien quedó como responsable de ese cargo fue “el compadre”, Héctor Matus (“La garnacha”).
Son infinidad de casos desfavorables del señor Pimentel, quien se ha distinguido como un fiel servidor de los Murat, no del pueblo.
Con esto, habrá que preguntarse: ¿dónde están esos hombres íntegros, honestos y preparados que nos prometió en campaña el gobernador Alejandro Murat? ¿Dónde? O que alguien me demuestre que estoy mintiendo.
¡Pobre Oaxaca! ¡Pobre periodismo! Pero bueno… pensándolo… creo entender por qué hay tanto periodista con matracas en mano atrás de este Secretario.

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miércoles, 17 de enero de 2018

Oaxaca ya valió
¿Alguien sabe el número de asesinatos que ha habido a lo largo de este periodo de Gobierno? Es difícil saberlo, ya que muchos casos de desaparecidos han quedado como eso.
Si no sabemos sobre el número de asesinatos, mucho menos vamos a saber el número de asaltos que se comenten en la entidad. Muchos de estos casos no son reportados porque la gente ya dejó de tener confianza en las autoridades. Es más, muchos opinan que autoridades y delincuentes son la misma persona. De ese tamaño es el asunto.
Un asalto, un robo, un levantón, un secuestro, ya no son motivos de noticia ni de asombro porque es algo habitual. Es más, ni la policía los toma en cuenta.
Lo que llama la atención son los casos escandalosos, que por lo mismo, han penetrado en la sociedad. ¿Se acuerdan de ese video donde se observa a elementos de la policía estatal de Oaxaca saqueando un rancho en Tuxtepec? Eso fue en octubre del año pasado. Los afectados no quisieron levantar la denuncia por miedo.
Hoy en día, en cualquier lugar de la entidad oaxaqueña pueden suceder un sinfín de robos y asaltos callejeros sin que esto afecte a las estadísticas, porque eso es lo de menos.
Si por casualidad alguien levanta su denuncia por asalto callejero, o por robo de vivienda, o de lo que sea, sabemos que nunca habrá detenidos ni responsables ni nada. Así es este ciclo de nunca acabar. Simplemente el hecho quedará registrado en los anaqueles de la procuraduría y en la memoria de los afectados como una simple anécdota que se vivió en tal calle de tal lugar.
En la ciudad de Oaxaca han sucedido varios asesinatos al tratar de conseguir algo insignificante. Desafortunadamente, todo esto se está convirtiendo en un asunto asquerosamente normal. Parece que esa información que vemos todos los días, principalmente por las redes sociales, la estamos aceptando como algo normal.
Lo peligroso es que nos estamos acostumbrando a ver lo anormal como normal. Estamos acercándonos a aceptar lo malo como bueno, y lo bueno como malo. Estamos perdiendo la capacidad de indignarnos, por eso no encontramos solidaridad entre nosotros mismos frente a un hecho de violencia.
En la semana pasada asaltaron a nuestra compañera periodista Diana García. Esto sucedió a dos cuadras del Zócalo de la ciudad de Oaxaca, entre las calles de Trujano y Las Casas.
Una mujer le cerró el paso en la banqueta, mientras 6 más, la atacaban por la espalda con navajas en mano. En unos cuantos segundos le tasajearon su bolsa donde llevaba grabadora, cartera y tarjetas de banco. Eso sucedió como a las 4:30 de la tarde. Su celular no se lo quitaron porque lo cargaba en la bolsa del pantalón.
Mientras avisaba por teléfono lo que le había pasado, 15 minutos después recibió una notificación de que habían dispuesto de su tarjeta bancaria.
No cabe duda que caminar por el centro de esta hermosa ciudad, es un verdadero peligro.
Oaxaca se fregó desde la llegada del Secretario de Seguridad Pública, Raymundo Tuñon. Ahora ni modo, se trata de un amigo del gobernador quien está al frente de nuestra seguridad.
Oaxaca no es la misma de hace 14 meses. Por la inseguridad que se vive dentro de ella, ¡ya valimos!

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martes, 9 de enero de 2018

Chávez Botello el encubridor

El domingo 27 de abril de 2014 fue canonizado Juan Pablo II, quien ha estado en medio de muchas discusiones porque se le acusa de encubridor de muchos abusos cometidos por la Iglesia Católica.
El actual Papa Francisco, dijo en ese año que se sentía obligado a pedir perdón por todos los sacerdotes que han abusado de los menores en todo el mundo.
Después de la canonización de Juan Pablo II, el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, dijo que la canonización de Juan Pablo, es "una monstruosidad".
Oaxaca también ha tenido sus monstruos. Afortunadamente uno de ellos ya está en la cárcel. Se trata del cura Gerardo Silvestre Hernández, quien cometió casi medio centenar de violaciones a niños indígenas oaxaqueños. Fue sentenciado a 16 años y seis meses por encontrarlo culpable del delito doloso de corrupción de personas menores de 18 años en su modalidad de inducción a actos sexuales y exposición de filmes pornográficos.
El miércoles 3 de la semana pasada, un grupo de católicos de San Francisco Telixtlahuaca, exigían frente a la catedral de Oaxaca, la renuncia del arzobispo José Luis Chávez Botello, por encubrir a los curas pederastas en la entidad.
El domingo, cuando este señor daba su conferencia de prensa semanal, y hablaba de la verdad, un hombre de nombre Pedro Mendoza, lo encaró al decirle: usted habla de la verdad y a eso vengo, que me hable con la verdad, cómo fueron las cosas, porque por su encubrimiento perdí a mi familia.
No es el momento, le dijo el arzobispo al hombre, porque estamos en una conferencia de prensa.
Pedro Mendoza, dijo que las veces que le ha pedido audiencia, él le ha dicho que no da audiencias. Ante la insistencia de Pedro, el arzobispo se paró de la mesa y puso pies rumbo a otro salón.
En el 2015, después de que el Papa Francisco creó un tribunal especial para los protectores de curas pederastas, la revista proceso puso en su portada unas fotografías, entre ellas, la del arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez Botello. Los reporteros le preguntaron su opinión respecto a lo de la revista proceso. Esa pregunta le incomodó tanto, que respondió que se trataban de "chismes", y aseguró que no existían pruebas de esos hechos.
Si recordamos, el arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez, solapó todo lo que hizo el sacerdote violador. Y el domingo, en su conferencia semanal, hablaba de la verdad. Más bien, de su verdad, que es la hipocresía, la doble vida de simulación que lleva y se olvida que el libro sagrado de esa iglesia, La Biblia, habla de pecados, no de problemas de la gente al cometer abusos.
En ese entonces, el cura José Luis, aseguraba a los medios de comunicación que Gerardo Silvestre, sacerdote hoy condenado, tenía un problema, por eso su actuar con los niños. Esa era la forma de Botello de defender y encubrir a su amigo pederasta.
Cada vez que al pederasta Silvestre Hernández se le denunciaba, Botello aseguraba que el cura violador ya estaba en el camino de la corrección porque se encontraba en una jornada de espiritualidad.
Para estos curas, la Palabra de Dios no existe porque hacen lo que ellos quieren, y cuando se ven en aprietos, ponen sus ojitos guadalupanos para engañar a cuanta persona se deje.
Jesús dijo que: Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
Pero estos hombres, dizque representantes de Dios, ni con su actuar enseñan la palabra de Dios, sino la de Satanás, quien es el padre de las mentiras.

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domingo, 7 de enero de 2018

Esos seudoperiodistas


No es raro encontrarse periodistas, o mejor dicho, gente que se hace llamar “periodista”, que cuando son señalados o descubiertos que no lo son, usan un truco bastante viejo para defenderse de esas acusaciones.
Habrá que decir que esos seudoperiodistas son los que acostumbran extorsionar, mentir, alterar hechos, y muchas veces se hacen pasar con el nombre de algún periodista conocido.
Cuando son desenmascarados y se les exhibe públicamente, se hacen llamar víctimas. Y lo de siempre: ellos no son responsables de nada, y ante tanta “persecución” se dicen torturados. Pero no nada más eso, aseguran que lo que hicieron no es delito, entonces se hacen los mártires.                     
En las redes sociales se autonombran “profesionales”, y además, perseguidos por la verdad, cuánto saben perfectamente que la mentira es su ley.
Si se les pregunta dónde escriben, se escudan en sus cuentas de tuiter, o de Facebook, o de lo que sea, y con ese cobijo creen que tienen el derecho de llamarse periodistas.
Periodista podemos serlo todos. Puede ser aquel que escribe periódicamente en una red social, pero eso no significa ser un profesional de la información.
Aquí es el punto donde muchos se pierden, principalmente los políticos, quienes prefieren tratar con los extorsionadores, con los que les inventan historias en las redes sociales, pues al no aguantar tanto golpeteo, prefieren ofrecerles 50 pesos y todos quedan felices y contentos, además de ofrecerles algunas comelitonas y borracheras.
En realidad esos políticos o empresarios no entienden, o no quieren entender, que quienes les hacen una imagen pública negativa e inventada, apenas si llegan a una docena de seguidores ficticios en las redes sociales.
Cuando los funcionarios públicos o los empresarios hacen ese tipo de tratos, automáticamente denigran el trabajo verdaderamente profesional.
El 22 de diciembre el gobernador del estado, Alejandro Murat, ofreció un desayuno de fin de año a los periodistas oaxaqueños. Quien otorgó las acreditaciones para el ingreso a ese evento, fue nuestra compañera periodista Gisela Ramírez. Ella es reconocida profesionalmente por todos los miembros del gremio periodístico, sin embargo, los dizque periodistas, los que ni figuraban en la lista de invitados (aquí debo decir que yo tampoco figuraba en esas listas pero no soy seudoperiodista), la amenazaron al decirle que si no les entregaba “sus” pases para el desayuno, se atuviera a las consecuencias. Eso fue una amenaza grave. Y como no consiguieron su objetivo, la vapulearon en las redes con el fin de conseguir su despido. Poco faltó para ello. Por fortuna, los compañeros periodistas le ofrecieron su respaldo y reconocimiento por todos los medios, y el asunto pudo detenerse.
Si Gisela se hubiera amedrentado ante las exigencias de esa gavilla de asaltantes, les hubiera dado los pases que exigían.
En venganza, estos tipos entraron al desayuno sin invitación, y después, a la salida, se robaron algunos pavos y canastas de regalo que estaban designados para los trabajadores de los medios de comunicación.
Creo que es hora de que los periodistas luchemos para dignificar al verdadero periodismo. Es hora de que la gente abra los ojos y aprenda a reconocer a los que nos dedicamos a picar piedra todos los días, de los que estiran la mano para recibir el billete sin nunca haber escrito en algún medio de información reconocido.
No hay que olvidar que muchos de estos sujetos que se han hecho pasar con nombres falsos, son los mismos que han puesto en peligro la vida de algunos compañeros reporteros.
Lo triste es que muchos políticos prefieren a los cargadores de espejos, que al periodista que trabaja para sus lectores o sus oidores.
El  seudoperiodista ha sabido engañar a los ignorantes, y también a los funcionarios que creen que al darles dinero, traen a los “periodistas” con mayor rating o a los más populares, o a los más importantes de los medios. Cuando el político o el empresario hacen eso, firman automáticamente un compromiso con la corrupción.
Cada vez hay más de esos vivales que se enrollan en la bandera, y desde su propio castillo se avientan al vacío para defender a su tonto cliente.
Va mi solidaridad para la compañera periodista Gisela Ramírez, quien, desde luego, no está sola.

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viernes, 5 de enero de 2018

Felicitaciones de año


No cabe duda que los tiempos que estamos viviendo hoy ya no son los mismos si lo comparamos con unos cinco o seis años atrás.
En ese entonces, todavía recibíamos en la puerta de la casa de manos del cartero uno que otro sobre cuadrado de felicitación de fin de año por parte de un amigo o de un familiar. Si no era eso, escuchábamos la llamada telefónica nocturna antes de que concluyera el año para felicitarnos y desearnos lo mejor para los siguientes 365 días.
Era la época donde aún había tiempo para crear y diseñar las más coloridas tarjetas para remitirlas a los amigos y conocidos. Eran días en que había tiempo de salir a la calle y comprar aquellas postales de Navidad y Año Nuevo, para luego escribirles un mensaje a mano que saliera del corazón.
Los últimos meses del año eran dedicados a ese tema, pues la mayoría quería quedar bien con las amistades y familiares y hasta con simples conocidos.
Hoy nada de eso existe. Solo el recuerdo. Lo que predomina hoy son las redes sociales, las que han puesto en la misma sintonía a casi toda la gente. Con este servicio gratuito se acabó la creatividad, la preocupación por redactar algo original para el amigo, para la familia o para la novia. Se acabó la demostración de amor con mensajes salidos del corazón.
Este fin de año, felicitar a alguien fue cosa de copiar, pegar y enviar al amigo o familiar el mensaje que otro creo, que otro sintió, que otro hizo durante un buen rato en 2 o en 3D, y como se ve bonita y atractiva esa imagen, se compartió sin ser propia, y lo peor, sin haber leído el contenido del mismo dibujo animado.
Por ejemplo, muchos de ustedes recibieron en estos días un montón de imágenes repetidas de fulano y de zutano quienes las consideraron agradables y de buen gusto para enviarlas a sus conocidos; y tú, a la vez, esas mismas imágenes las reenviaste a otras tantas personas para felicitarlas con un mensaje que no es tuyo, que no te pertenece, y aunque le hubieras puesto tu nombre, de antemano llegó despersonalizado.
¿Dónde entonces, está el sentimiento que tienes por esa persona a quien según tú, le deseaste un buen año o una feliz Navidad?
Si te pones a hacer un recuento de todos los mensajes que recibiste de amigos y conocidos por las redes sociales, no vas a encontrar un auténtico mensaje enviado del corazón. Desde luego que puede haber excepciones.
El resultado es que casi todos copiaron y pegaron. Si tú estás dentro de este grupo, entonces, con qué cara vas a reclamarles a tus hijos que hacer la tarea no se trata de copiar y pegar.
Para excusarte, dirás que estos son los tiempos, que así nos tocó vivir. Pero si te das cuenta, estás permitiendo que en tus hijos también se aloje la frialdad, el me vale, la despersonalización, el nadie merece nada de mi ni el yo merezco nada de nadie.
Seguramente recibiste algunos mensajes de felicitación donde te expresaron su sentir. Esos pequeños mensaje de texto, son los que más se recuerdan.
Algo así quiero alcanzar, por eso voy a provechar este espacio para mandarles a todos los lectores un abrazo de parabienes. Y que en el año que apenas inicia, cumplan ustedes todos sus propósitos, para que al finalizar este año, el 2018, no venga a nosotros esa terrible frustración por no lograrlo.
Para cumplir los proyectos no se consigue con un calzón rojo ni amarillo, se trata de esforzarse uno mismo en lograr las cosas. Si estás esperanzado en un objeto, entonces, olvídate, no lo vas a conseguir.

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