Ojala, ahora sí sirvan para algo bueno

Hoy,
después de un montón de años, los diputados oficiales de siempre dejaron de ser
lo que eran: la aplanadora.
Para
infortunio de ellos, a los priístas, ya les queda demasiado tarde reconocer que
durante todos los años que ellos estuvieron en el poder, se distinguieron como
morosos, corruptos, que habían abusado del cargo, del compadrazgo, y de la
alcahuetería.
A
pesar de las declaraciones de los últimos presidentes del Revolucionario
institucional, quienes aseguraban que no volverían a caer en la influencia
ciega de los amigos y compadres, nada cambió. Siguieron pasando grumos muy
gruesos y natas espesas, por la amplia coladera priísta. Hoy sabemos que sus palabras
tantas veces repetidas no representaron las ganas de cambiar.
Lo
que ahora a muchos nos preocupa, es que el partido que en unos meses más tomará
el poder, está lleno de la gente que formó parte de aquellas tradiciones
repugnantes. Ojalá al rato no veamos a fulano tonto con mención honorífica. A
zutano pillo: sin mácula. A mengano: alcahuete. A perengano: mocito de alcoba
extraconyugal. Al compañero de banca en la primaria: recomendado. Y como muchas
veces no se tiene dónde colocar a tanta gente, pues las pondrán en oficinas
públicas como mensajeros, edecanes, abre puertas y pasa tarjetas.
No
será fácil quitar de tajo esas mañas. Seguramente ninguno de los triunfadores
está viendo lo que se puede venir encima. Ahorita andan ciegos por la euforia
que sienten, ya que están en el umbral del máximo honor que puede conferírsele
a un hombre por parte de su partido político. En este momento les rodea la
adulación, primer peldaño hacia la glorificación.
Los
triunfadores, poco a poco irán convirtiéndose en el eje de la vida de su
partido y de sus pueblos, en caudillos perfectos. Lo terrible es que empiecen a
creérselo.
Seguramente
la mayoría de los candidatos hablaron de justicia social frente al electorado,
si lo hicieron, por favor, no ensucien esas palabras con la mentira, porque a
esa gente ya no puede mentírseles más, porque ellos esperan, de verdad, un
nuevo horizonte.
Estoy
seguro que todos queremos recuperar a nuestros representantes. ¿Hace cuánto
tiempo dejamos de identificarnos con nuestro diputado o con nuestro presidente
municipal? Pasaron los caudillos, siguieron los líderes y, de pronto,
aparecieron hasta en las comunidades más apartadas, los anticristos
destructores, los ambiciosos, los prepotentes e insensibles.
Por
todo lo que hicieron estos últimos, nació la desorientación ideológica y las
frustraciones cívicas. Aun así, los pueblos soportaron todo con excepcional lealtad.
Estoy
seguro que los que ocuparán una curul, ya se sienten sentados en ella y sienten
acariciarla. A los que ocuparán una presidencia municipal, sueñan que dan
órdenes y todos le obedecen para el bien del pueblo. Ojalá no confundan, como
suele ocurrir, el símbolo con el servicio mismo.
Ojalá,
no se dejen llevar por la lisonja ni se entreguen a la superficialidad de su
pequeña corte de aduladores, de esos que nunca faltan.
Twitter: @horaciocorro
Facebook: Horacio corro
horaciocorro@yahoo.com.mx
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