De acuerdo a nuestra Constitución Política, nos dice que todos los mexicanos somos iguales en esencia y en dignidad y se nos reconocen los mismos derechos. Aunque eso digan nuestras leyes, en verdad vivimos en un país de primera, de segunda, de tercera y demás escalones hacia abajo. ¿Porqué?, se preguntarán ustedes. La respuesta es sencilla: ¿cuánto dinero o poder político tienes? Esa es la respuesta.
Con la apresurada reforma laboral, los dos partidos, PRI y PAN, no acaban de ponerse de acuerdo dónde acaba la fantasía y comienza la realidad. No se necesita tener muchos estudios para saber que al despedir a más trabajadores no se pueden crear más empleos. Nadie puede creer que cobrar por horas sin tener prestaciones se tenga más productividad.