Política sin principios ni ética no es política
Cuando
no hay principios, la política acaba siendo un conjunto de actos destinados a
justificar la indignidad. Esto es muy común en nuestro país.
Cuando
el político tiene valores y principios, se distingue diferente. Por desgracia
no conozco políticos que tengan esa notoriedad. Los que se digan poseer estos
valores, que por cierto, son muchos los que aseguran tenerlos, habrá que
preguntarles qué entonces por qué no consiguieron su éxito electoral.
No
creo que en México podamos encontrar hombres de la talla de Albert Einstein,
por ejemplo, quien renunció a la presidencia de Israel, cuando se la ofrecieron
los sionistas.
Un
genio de la literatura: Emilio Zola, quien a pesar de las presiones escribió
"Yo acuso", dirigido al entonces presidente de Francia, y donde desenmascaró
la trampa contra el teniente Dreyfus, acusado de traición a la patria. Este
libro le valió el exilio de su país.
Otro
hombre que tampoco renunció a sus principios ni aceptó chantajes a cambio de
seguir en el gobierno, fue Salvador Allende. Fue fiel a la unidad popular.
Hasta el momento de su muerte mantuvo sus principios y defendió el programa
político. Hoy la izquierda mundial los reconoce como patrimonio universal.
Estas
son vidas ejemplares, difíciles de encontrar, pero existen. Tenemos a Sócrates,
José Martí, Rosa Luxemburgo, Tina Modotti, Haydee Santamaría, García Lorca,
etc. Hay mucha gente que lucha desde el anonimato y pone como aval sus
principios, su conciencia y su dignidad.
Todos
los políticos que nos presuman que tienen principios y valores bien cimentados
en sus vidas y en sus familias, lo más seguro es que no sea cierto.
Los
valores éticos y morales son irrenunciables. Ha habido casos en América Latina,
que los militares no aceptaron la ordenanza de ley para violar los derechos
humanos. Muchos de estos fueron enfrentados, repudiados, expulsados,
perseguidos, torturados o asesinados. De haber aceptado, de haber guardado
silencio, o de haber mirado a otro lado, con eso simplemente hubieran
conseguido un ascenso, sin embargo, prefirieron no traicionar su conciencia.
Seguro que tenían miedo, pero no fueron cobardes. Actuaron en consecuencia.
Sabían a lo que se enfrentan pero procedieron de acuerdo a sus principios.
Pero
en política mexicana los valores éticos y morales prácticamente no existen.
Para no ir muy lejos, ahí tenemos al diputado local priísta Luis Antonio
Ramírez Pineda, hijo de Heladio Ramírez López, exgobernador de Oaxaca, quien
llegó el domingo a la casa de transición de Andrés Manuel López Obrador, en
busca de chamba.
De
ese tamaño es la pobreza y el hambre de este representante que nunca ha ganado
una sola candidatura. De ese tamaño son los valores políticos de nuestro
paisano, y por eso, de ese tamaño también debe ser nuestra vergüenza.
Twitter: @horaciocorro
Facebook: Horacio Corro
horaciocorro@yahoo.com.mx
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