Acabó la guerra digital política

Pero eso no fue todo lo que nos abrumó durante los 90 fastidiosos
días. Habrá que tomar en cuenta los diarios impresos, más los portales de Internet, más
los anuncios pagados en casi todas las redes sociales, más los perifoneos, más
los volanteos que ensuciaban las calles. Si desplegabas cualquier página, aparecía
en primer plano la carota del fulano que buscaba tal puesto con tal de hacer el
favor de servirte.
Y no nada más eso, sino que te aseguraban que ellos eran los más capaces
para transformar el país.
La política es un negocio, un buen negocio, por eso todos estos que
buscaban atenderte para hacerte sentir contento y para que disfrutes de la vida,
cada día se preparan y se especializan más y más en el negocio de la ficción
política.
Tanta capacidad tienen esos sujetos, que desde la primer semana de
campaña nos desestabilizaron emocionalmente. Ellos nos forzaron a que los
viéramos bonitos, guapos, musculosos, y hasta inteligentes.
En realidad no hay ninguna diferencia entre un producto de belleza y un
candidato. Un producto de belleza te promete desaparecerte las patas de gallo,
endurecerte el busto, levantarte las pompas, quitarte no sé cuántos años de
encima, aclararte la piel, etcétera. Si tú compras ese producto, estas
comprando ilusiones, nada más. Es lo mismo con los candidatos: todos te estuvieron
vendiendo ilusiones y sueños, y esos sueños fueron comprados el domingo. El contenido
es el mismo, aunque en envoltura diferente. El comparador adquirió el producto porque
tiene la ilusión de que el candidato fulano de las importancias, haga lo que
dijo. Y como tú crees mucho en él, entiendes que tiene la capacidad de modificar
las tierras mexicanas, o oaxaqueñas.
Las candidaturas se exhibieron como se presentan las futas en el mercado;
pero por desgracia, muchas de ellas estaban magulladas, manoseadas, y hasta
pellizcadas. No había mucho de dónde escoger.
Así es esto del abarrote, ni modo. Cada candidato desde su tiendita o de
su tiendota, despacharon o revendieron lo que no tienen ni piensan tener. Es
más, a estas alturas, los ganadores ya ni se acuerdan de ti. Ya consiguieron lo
que querían y ni adiós te dijeron.
El bombardeo electrónico electoral estuvo grueso, muy grueso. Tan
atarantado me dejó el escándalo que hicieron, que hoy parece que extraño las
cancioncitas chocantes de su publicidad. Y todavía decían que eran anuncios
para sus militantes de partido. ¡Qué cinismo!
La neta: ya no quiero saber más de política. Los políticos de todos los
partidos políticos, sin excepción, me dejaron bien lleno el buche. Siempre es
bueno agradecerle al tiempo. Creo que hoy se abre un nuevo capítulo: apagar el interruptor
político y encender el cerebro para leer un buen libro. Esto es mucho mejor que
tener cercanía con los vendedores de ilusiones quienes regularmente carecen de
intelecto. Se oye chocante pero, creo que es cierto.
Twitter: @horaciocorro
Facebook: Horacio Corro
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