Basura de los recuerdos
La ciudad de Oaxaca acabó de
pasar por unos días verdaderamente espantosos y, sobre todo, olorosos por el
exceso de basura que había en todo lugar, principalmente en calles aledañas al
primer cuadro de la ciudad.
Fue mucha gente la que echó su
basura a donde ya había montones de ella, en vez de separarla y guardarla en
sus domicilios.
Como no hubo solidaridad entre
vecinos, tiraron a la calle lo más próximo que tenían a la mano: los
desperdicios de comida, las botellas de alcohol, las envolturas de las últimas
compras y en fin.
Si de veras hubieran querido
deshacerse de todas las porquerías que muchas veces se guardan en la casa,
hubieran comenzado por visitar aquellas cajas de los recuerdos. Esas cajas
donde guardan los recortes de periódicos sobre noticias que se creyó que se debería
conservar por tal o cual interés, las conchitas de mar que se recogieron algún
día en la playa, las cartas que enviaron los amigos, las tarjetas de Navidad,
los trabajos de la escuela primaria, la publicidad del hotel donde se hospedaron
aquella vez, los portafolios de la convención con todo y las hojas blancas y
los lápices que les dieron en las conferencias, las tarjetas de presentación de
fulano, fotos, tornillos, monedas y billetes de los que ya no se usan, foquitos
inservibles del árbol de Navidad, burritos del día de corpus y cuanta cosa
pueda uno imaginar.
Todo eso que ocupa un buen
espacio en el clóset o en aquel cuarto de trebejos, ahí también está la caja
del televisor que se guardó por si algún día se cambiaban de casa. También
están las revistas que se fueron comprando y que ahora da pena tirarlas aunque
ya no se vuelvan a leer, el sombrero de fiesta de la señora que jamás se va a
poner de nuevo, los posters enrollados que nunca se van a fijar en la pared
pero que se guardaron cuidadosamente, el bastón de la abuela que ya murió … en
fin, que en el clóset, además de la ropa que se usa y que no se usa, se guarda
tal cantidad de basura que bien podría sacarse y tirarse cuando pase el camión recolector.
En verdad, la mayoría de
nosotros somos afectos a guardar la basura. Hay quienes guardan las bolsas de
las palomitas gringas para microondas, que aunque no sean reutilizables, se
guardaron por sus colores tan bonitos. Otros guardan las medicinas, por si
alguna vez se necesitan; y ahí pasan los años sin que nadie se acuerde de la
fecha de caducidad.
Se guardan los frascos de
perfume vacíos, el ajedrez incompleto, el juguete roto, los calendarios o almanaques
caducos, las bolsas de mano inservibles, los zapatos gastados, el abrigo pasado
de moda, las corbatotas anchas, los paraguas sin mango o con las varillas
quebradas, los tornillos, clavos chuecos, clips y esto y lo otro.
Si durante los días más
horrorosos y apestosos por los que pasó la ciudad de Oaxaca se hubieran tirado a
la calle toda esa basura que se tiene arrinconada en la casa, hubiera sido más
benéfico para tanta gente que andaba buscando algo entre las toneladas y
toneladas de desperdicios y de comida aceda.
Si no se dieron la oportunidad
de tirar todo lo que les acabé de mencionar, entonces esperen al carro que
anuncia comprar todo lo que no te sirve, y te aseguro que cuando ya no tengas
en tu casa todas esas cosas que no ocupas, nadie las va a extrañar.
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horaciocorro@yahoo.com.mx
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