Baches,
basura y plantones = mucho turismo
¿Ustedes
creen que en el aire haya baches? Los que han tenido oportunidad de viajar en
avión, saben que al volar se topa uno con bruscos cambios de temperatura y a
veces con corrientes de aire que provocan rápidos descensos en la altura del
vuelo del avión.
Cuando
el avión agarra un bache, parece que nunca va a dejar de caer.
Los
baches que todos conocemos son los terrestres. Son agujeros a desnivel que se
hacen en el pavimento de las calles o caminos.
Hay
otros tipos de baches. Por ejemplo, el bache por el que acabó de pasar el
Presidente Municipal de Oaxaca, José Antonio Hernández Fraguas, contra sus
regidores que no acudieron a la sesión de Cabildo para no aprobar una deuda de
35 mdp para obra pública.
O
como el bache que vive la ciudad de Oaxaca y municipios conurbados por tantas
toneladas de basura acumuladas en las esquinas de las ciudades. Todo lugar es
una completa pestilencia. Ojalá este mismo día se resuelva este problema.
En
unos cuantos días la ciudad de Oaxaca se convertirá en el centro de atracción
por la tan esperada Guelaguetza. Solo que en esta ocasión, las autoridades ofrecerán
a los turistas un atractivo pocas veces disfrutable, se trata de unos baches bastante
bien distribuidos a lo largo y ancho de todo el valle de Oaxaca.
Los
invitados ya no quieren acudir a los museos, galerías, zonas arqueológicas, ni
etcétera. Lo que les interesa, es visitar las enormes cazuelas callejeras que
han servido para incrementar la economía de talleres mecánicos y talacherías.
Un
bache puede ser el peor enemigo del automóvil porque puede dañar el sistema del
control de manejo, pero muchas visitas, sabedores de eso, acuden a este lugar oaxaqueño
en busca de esa nueva aventura. El juego se trata de esquivar cuanto hoyo
encuentre en su camino para demostrar su destreza en el volante.
Los
perdedores tendrán que acudir con el mecánico o con el talachero para que les
arregle la llanta o en su caso, los amortiguadores, o los brazos de suspensión
del auto.
Los
forasteros vendrán a dos cosas: a la Guelaguetza, y a jugar en los enormes
agujeros que detesta el oaxaqueño porque están llenos de lodo e histeria, pues hasta el peatón resulta
perjudicado con ellos, pues tiene que saltar como chapulín para esquivar vehículos
que circulan por donde no les corresponde con tal de ganar la competencia.
Los turistas saben también que vienen a
utilizar los agujeros como áreas de entrenamiento para aprender a nadar, a
hacer alpinismo y a desarrollar el equilibrio. En ningún otro lugar pueden
encontrar eso.
Pero eso no es todo. El visitante también
viene a ver los cierres y bloqueos de calles y carreteras con tal de ganar la
atención de las autoridades, pues el que con más violencia cuide su crucero
para impedir el paso, ese gana la bolsa más grande de dinero. Es tan atractiva
esta competencia, que desde ahorita los diversos grupos ya pelean los caminos
hacia el Cerro del Fortín, donde se celebra cada año la fiesta más importante de
Oaxaca.
En realidad, al oaxaqueño ya no le
interesan esas competencias, pues cada año es lo mismo, pero al extraño que
viene a descubrir cosas novedosas, eso le apasiona.
Que bueno que nuestras autoridades se
hayan preocupado por nuestra condición física, y en consecuencia, por la
mental.
A fin de cuentas el bache no es tan
malo. Mientras pasas por él, tienes la oportunidad de tuitear, marcar y hablar
por teléfono a los cuates, y si tienes suerte, echarte una pestañita.
Oaxaca es el único lugar donde todos los
días tenemos marchas, plantones, peregrinaciones, baches, basura, puestos
ambulantes, carreras de atletismo y calendas que nos impiden el paso hacia
todos lados. En realidad, todo esto es un buen pretexto para seguir invitando
al turismo.
Twitter:@horaciocorro
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horacio corro
horaciocorro@yahoo.com.mx
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