88 años del PRI y su gente exquisita
A muy pocos
les interesó el aniversario 88 del Revolucionario Institucional. Muy pocos se
sintieron identificados con el 4 de marzo, fecha importante para este partido
político.
El
desinterés del pueblo viene por el descontento que sienten hacia este grupo de
políticos que no han sabido responder al sentir de la gente.
Se supone
que el PRI es el camino más importante para que la gente común acceda a los beneficios
que éste partido pueda ofrecer, ya que el presidente de la república, Enrique
peña Nieto, procede de esta institución.
Pero como
la ciudadanía poco o casi nada recibe, no ve ninguna importancia afiliarse o
seguir al PRI, ni mucho menos interesarse en su aniversario.
La gente ve
a una institución cerrada, muy difícil de entrar, y los pocos que logran penetrarlo
tienen que permanecer ahí mucho tiempo para que un día le digan: te toca tener
tal cargo. Esto surge de acuerdo a sus relaciones políticas, desde luego.
Hay mucha
gente que desconoce qué es el PRI, pero sabe que se asoma cada que se acercan
las elecciones. Tampoco sabe qué significan las tres letras del PRI. Sabe, eso
sí, que es un partido con muchos problemas de corrupción, que no olvida a Colosio,
tampoco a Ruiz Massie.
Es probable
que el PRI haya celebrado sus 88 años de escaza credibilidad. Los políticos de
profesión de este partido fueron desplazados por una clase política que se
adueñó de los puestos administrativos más jugosos, en particular de aquellos
donde se manejan los recursos materiales y financieros.
En la
mayoría de las entidades federativas priístas, como es el caso de Oaxaca, hizo irrupción
una nueva clase política: los “Yupis”, como los bautizó mi amiga periodista María
de los Ángeles Nivón. Éstos son ahora el centro de las decisiones políticas importantes
que dan paso a los políticos empresarios.
Ellos son
los que marcan ahora la línea, una línea de líneas, rayoneada, nada pareja
porque cada quien jala para donde quiere.
Estos
administradores no son políticos ni intelectuales pero son priístas. Lo cierto
es que estos “Yupis” son afanosos por el mundo del espectáculo, de los negocios,
y la mayoría de ellos fueron sacados de las universidades privadas.
En 88 años,
el PRI sigue siendo el mismo: no ha cambiado sus prácticas de cederle el poder
político a sus cuates. La designación de los candidatos priístas a diputados o a
alcaldes o a gobernadores o a senadores no tienen ninguna garantía frente a sus
electores. Es por eso que se dice que las candidaturas se obtienen en una venta
nocturna.
El PRI
tampoco ha perdido la costumbre de pertenecer a la cultura de la idolatría al
hombre, sea quien sea ésta persona; a la vida light, al tráfico de influencias
y a los intereses de grupo.
Ellos son
los que en toda administración priísta se ubican como titulares de las oficinas
más importantes, y lo que nunca falta: están al frente de los recursos
financieros o materiales. Su influencia y su dominio es tal, que en sus áreas
nada se mueve si ellos no lo ordenan.
Son parte de
la cultura exquisita que supo brincar a las generaciones de la experiencia para
luego asaltar las administraciones estatales del país.
En eso se
resumen los 88 años de este partido político.
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