Los niños
Cada que mi papá
nos contaba algo de su niñez, se le nublaban los ojos. Lo mismo pasaba con sus
hermanos, mis tíos, pero en el fondo, estoy seguro, que ninguno de ellos
deseaba volver a vivir su infancia.
Seguramente hay
mucha gente adulta que piensa lo mismo, porque vivir una infancia como adultos,
ha de ser muy triste y muy duro.
Mucha gente dice
que la infancia es la mejor época de la vida. Otros dicen que es la época de la
dulzura, otros que de la inocencia, y otros más, que del desentendimiento del
mundo. Algunas personas de mi edad dicen que fue la etapa más feliz de su vida,
pero que nunca lo supieron.
Lo cierto es que
mucha gente adulta no podrá estar de acuerdo con ninguna de estas frases. Es
más, muchos niños no pueden decir lo mismo a pesar de estar viviendo en este
momento su niñez. Las cargas que llevan encima son tan pesadas como la de muchos
adultos.
Cada que se habla
de la infancia, muchos se echan un suspiro acompañado de un “quién fuera niño
otra vez”. Cada que expresamos esto, no lo decimos por la infancia que tuvimos,
sino por los niños que nos inspiran ternura y amor, que bien pueden ser
nuestros sobrinos, o nietos, o hijos de amigos a los que vemos como familia.
Los niños nos
despiertan gozo, y cuando no están con nosotros, extrañamos sus risas o su
plática que nunca para. Estar con ellos, es completar esa parte de la niñez que
posiblemente nunca tuvimos.
A nosotros nos tocó
vivir el tiempo de las chanclas para las nalgadas, y después de esos
correctivos, siempre nos comparamos con el resto de los hermanos. También, nos
las tuvimos que arreglar para soportar a los niños violentos de la escuela.
La niñez también
sirvió para ser utilizados por los tíos o tías, quienes nos manipulaban con un
dulce con tal de llevar el recado al amoroso pretendiente.
No puede faltar en
la historia, la abuela comprensiva que nos daba la razón ante la injusticia de
nuestros padres. Esos recuerdos nunca se olvidan.
En la niñez, es
cuando se decide si se quiere explorar esta vida, o es preferible guarecerse de
todo mundo para que ninguna persona la alcance. Es cuando se aprende a
desconfiar y a mentir para no mostrar la verdadera identidad.
Hoy muchos viejos
se dan cuenta de ello, y por eso, a veces quisieran volver a la infancia para
enderezar las injusticias que vivieron, y para demostrarle a los viejos de
entonces, que ellos estaban en lo correcto, pues los adultos, con el afán de
hacer las cosas rápido, no los dejaron descubrir el mundo.
Este Día del Niño,
saldrán muchos políticos, y principalmente candidatos, a repartir juguetes como
si fuera una obra social. Pero no quieren darse cuenta, que los abandonarán dos
o tres años seguidos después de que resulten ganadores de la tómbola electoral.
Por favor, que
nadie limite los sueños a los niños. Si los ven pensativos y con sus ojos en el
cielo, no los bajen de su vuelo, porque posiblemente los puede quebrar cuando
caigan en tierra.
Twitter: @horaciocorro
Facebook: Horacio Corro
horaciocorro@yahoo.com.mx
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