Día del padre
Creo que este domingo se celebra el día del Padre.
Quién sabe a quién se le ocurrió sacarse de la manga ese día para festejar al
que según ese el “Jefe”, el
más chipocludo del mundo, el huy, huy, huy de la casa, y el que siempre las
puede en cualquier circunstancia. Ellos pues, los papás, muchas veces son los
que pagan de su bolsa su propio festejo.
Qué idea tan padre, ¿no?
Sin embargo, festejar al padre en día domingo no siempre
es el mejor día, ya que, según me han dicho algunos papás, es el único día de
la semana que le dedican tiempo al fútbol para bajar la panza y juntarse con
los cuates.
Bien dice esa frase: “viernes social, sábado
familiar y domingo de tele.”
De todas maneras, como hay que quedar bien frente a
la sociedad, es necesario que la familia unida rinda, según los cánones de la
buena costumbre, el homenaje riguroso al señor de la casa, aunque muchas veces
ni conozca los nombres completos de sus hijos.
Ese día, al padre se le tolerará cualquier cosa que
haga, aunque todo mundo ya conozca su comportamiento con las copas, pues total,
será el día del padre.
Por su parte, la madre se pondrá a sudar con mucho
gusto para prepararle la pachanga al padre de sus hijos como una sencilla
demostración filial.
Ese día madrugarán todos para prepararle la comida que
a él le gusta, acompañada de una salsa picante, propia para chupes, quienes debutarán
con sus desmanes acostumbrados.
Al final de la comilona, la mamá lavará la pila de
platos y sudará entonces la gota gorda, aunque utilice ese producto que
anuncian en la tele que dice que salva.
Pues sí, a unas cuantas horas llegará el Día del
padre, el día en que muchos de estos, presentarán su obra en un acto que podrá
durar unos cartones de cerveza, unas patas de elefante o simplemente unas
botellas de mezcal.
Historias harto conocidas, repetida una y otra vez
cada año, y que tú, que tú, y que tú, papá, conocen muy bien.
Aun
así, con todas las metidas de pata que muchos padres han tenido como padres, felicidades,
no porque ya está enfrente ese día, sino porque como padre, todavía estás a tiempo
decidir corregir lo que nos hace falta, o lo que aún no hemos hecho.
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Horacio Corro
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