Los “desastres naturales” fueron provocados por políticos
Vivimos en un mundo lleno de
amenazas como inundaciones, erupciones volcánicas, terremotos, etc. Este tipo
de amenazas son naturales, sin embargo, los desastres no lo son. Los desastres
son creados por los humanos.
Nadie puede impedir una inundación
o un terremoto. Por ejemplo, cuando un volcán entra en erupción se trata de una
amenaza natural. Pero si hace erupción cerca de una población, lo más probable
es que se convierta en un desastre y amenace las vidas de cientos o de miles de
personas.
Así pues, hay una diferencia entre
"amenaza natural" y "desastre". Los desastres son
provocados, en gran parte por los seres humanos. Las causas pueden ser por las actividades
humanas como la deforestación, la rápida urbanización, la degradación ambiental
y el cambio climático.
Si no usamos las palabras
correctas, exactas, no ayudaremos a cambiar la forma de pensar de la sociedad
en general ni de los políticos, quienes muchos de estos no tienen una cultura
de prevención, y en muchas ocasiones el término “desastre natural” les
beneficia en mucho.
Una amenaza tiene distintos
orígenes naturales: geológicas, hidrológicas, meteorológicas o biológicas.
Los desastres se producen por
muchas razones, pero hay cinco factores principales que contribuyen a estos riesgos:
el cambio climático, la rápida urbanización, la pobreza, la degradación
ambiental y la corrupción.
Hace días, el presidente nacional
de Morena, Andrés Manuel López Obrador, exigió la renuncia del Secretario de
comunicaciones y transportes, Gerardo Ruiz Esparza, por el socavón sobre el
Paso Exprés de Cuernavaca.
Dijo que en cualquier país del
mundo cuando sucede una desgracia como la del Paso Exprés, los responsables son
castigados por la ley.
Seguramente, como siempre lo ha
hecho Andrés Manuel López Obrador, finge demencia. Se le olvida que cuando era Jefe
de gobierno, decretó el siete de diciembre del año 2000, el Bando Dos, sin que éste
pasara por la Asamblea Legislativa. El objetivo era “repoblar” en las zonas
centrales de la Ciudad, incluyendo el Primer Cuadro. Eso ocasionó que los
servicios en esas demarcaciones fueran afectadas, además de que los inmuebles
ofrecidos tenían altos precios debido a su ubicación.
Siete años después hubo una reforma
para desaparecer el Bando Dos. Eso fue en la administración de Marcelo Ebrard, pero
para entonces las viviendas ya se habían multiplicado. La mayoría de éstas eran
de mala calidad, y donde hubo una casa se construyeron edificios de 10, 15 o 20
departamentos.
Dos días antes del segundo sismo,
en la Ciudad de México los periodistas escribían: “…parecen reinar el optimismo
y las congratulaciones. Después del temblor se ha alabado la respuesta de la
población, la eficacia de las alertas sísmicas…”.
Otros más escribían en son de
fortaleza: “¿Por qué, si logramos un saldo blanco en la Ciudad de México, otros
estados siguen siendo tan vulnerables?”
Y otro más: “El hecho de que la
Ciudad de México tenga saldo blanco no quiere decir que el país no sufra.
Porque la desigualdad, la pobreza y la corrupción se incrementan por regiones.”
Horas después de estos comentarios
llegó el sismo de 7.1 grados el 19 de septiembre; entonces muchos edificios
nuevos se dañaron o colapsaron. Una casa vieja es normal que tenga daños, ya
que con el tiempo los elementos se debilitan por el uso, pero cuando un
edificio nuevo se cae es por la mala calidad de los materiales.
Después de tanta presunción de
vivir en una zona segura, el 19 de septiembre se descubre que la corrupción fue
lo que destruyó gran parte de la Ciudad de México.
En realidad, ningún edificio
construido después de 1985 debió haber sufrido daños, pero parece que no se
sometieron a las reglas vigentes. De acuerdo a un reportaje de sinembargo.com, 47
de los edificios caídos o con daños estructurales severos son fruto de la
corrupción. El Colegio Enrique Rébsamen en Coapa, su estructura colapsó después
de tres años de haberse construido.
Entonces, ¿dónde está la honestidad
valiente que presume tener la gente de López Obrador?
Los desastres de la Ciudad de
México fueron creados por los políticos, hijos de Andrés Manuel.
Decir “desastre natural” es
proteger a los políticos corruptos que decidieron brincarse los reglamentos y construir
algo distinto al autorizado.
Así como acusa
López Obrador a los funcionarios federales a causa de los socavones, él y su
gente también deben ser juzgados por sus actos criminales.
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En
la última columna que publiqué en mi blog: https://horaciocorro.blogspot.mx/
bajo el titulo “El abuso del presidente pozolito”, en el penúltimo párrafo escribí
lo siguiente: Ayer, como a las 6 de la tarde, el regidor de vialidad, Víctor
Hugo Espíndola, se despachó con más de 60 despensas, mismas que las descargó en
su casa con la ayuda de su familia y uno que otro integrante de su partido
Morena.”
Reconozco
mi error. Enmendaré esta equivocación. La familia del regidor de vialidad Víctor
Hugo Espíndola Galicia, no merece por ninguna razón meterla en esta acusación.
A la familia del regidor de vialidad deseo expresar de manera especial mi total empatía
y mis disculpas.
Twitter: @horaciocorro
Facebook: Horacio Corro
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