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miércoles, 11 de agosto de 2021

La Fiscalía de Oaxaca se convirtió en cronista de delitos


En nuestra entidad oaxaqueña mucha gente ha sido víctima de la delincuencia organizada o desorganizada, y a veces, en contubernio con algunos personajes que tienen la obligación de combatirla. 

De acuerdo al INEGI, en su Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, en el mes de junio de este año, el 66.6 % de la población considera que vivir en su ciudad es inseguro.

De diciembre de 2020 a junio de 2021, no ha habido un cambio estadísticamente significativo en el tema de seguridad pública urbana.

En la entidad oaxaqueña, la percepción social sobre inseguridad pública en el mes de marzo de este año, fue de 70.5%, y en el mes de junio, disminuyó a 65.8%.

En cuanto a la percepción de inseguridad en espacios físicos, el 77.6 % dijo sentirse insegura en los cajeros automáticos localizados en la vía pública. El 71.4% en el transporte público, el 63% en el banco, y el 59.6% en las calles que habitualmente usa.

La inseguridad es provocada por la delincuencia. Es la mayor destructora de la riqueza y la mayor empobrecedora de la sociedad. La delincuencia se afana en extraer recursos de personas productivas para usarlos en cosas improductivas. Por lo general, las víctimas son trabajadores que ganan su dinero mediante su trabajo o por la inversión de sus capitales en actividades productivas para la entidad.

Un delincuente destruye lo que sea para conseguir su botín, además, ocasiona pérdida de la salud o de la vida de las personas productivas para la sociedad.

Por fortuna, hay personas que no han sido víctimas de la delincuencia, sin embargo, cargan miedo, y el miedo provoca enormes costos, pues muchos prefieren no hacer inversiones o no trabajar en zonas de dudosa seguridad, para no poner en riesgo a su persona y a su familia.

Cuando por desgracia alguien es señalado por la delincuencia, inicia la violación a su libertad porque comienza la extorsión, y con esto, pierde la paz. Los delincuentes buscan una utilidad monetaria, o una satisfacción personal al cometer sus delitos.

Cada delito tiene un costo que se puede medir económicamente.

Cuando alguien inicia alguna actividad, lo hace sin anticipar algún perjuicio. Nadie trabaja si sabe que no podrá disponer libremente del fruto de su trabajo. Nadie pone un negocio si sabe que se lo quitarán. Nadie vive por su voluntad en un lugar donde asesinan, roban, secuestran, extorsionan impunemente a las personas y a sus familias.

Por desgracia, la Fiscalía de Oaxaca, se convirtió en un simple cronista de actividades delictivas (o ni eso, tal vez). Casi nada se resuelve allí, casi nada tiene un fin para la protección o la seguridad.

 

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