Esto es no querer a Huajolotitlán
Un amigo me decía que, muchas veces le sorprende la forma en
que se dan las noticias, sin emoción, como si fuera algo normal. Y la verdad,
después de escuchar estas palabras, uno las aprueba. Parece que todos los
habitantes de nuestro país estamos anestesiados, insensibilizados, porque cada
día que nos enteramos de alguna mala noticia, la tomamos como información común,
pues los sucesos de violencia y crueldad se dan todos los días. Una noticia de este tipo, la escuchamos, al ratito la
ignoramos, y luego la olvidamos, o cuando no, alabamos el hecho, se dan casos.
El Covid, por ejemplo, va en aumento, y a pocos parece
importarles. Parece que hasta que hay un caso de muerte en la familia, se
comienza a respetar al virus, y se comienza a usar el cubrebocas y a lavarse
las manos, etcétera.
A pesar de que entramos en semáforo naranja, al presidente
municipal de Huajolotitlán, José Luis Ramírez Alverdín, se le ocurrió
autorizarle un baile a su protegida, la señora Sarahú Peñaloza López, para el
día de ayer 23 de julio. Sin embargo, este presidente, giró un oficio a la
Iglesia Católica para decirle que estaba prohibido realizar cualquier actividad
religiosa.
Es probable que más noche comience a llegar la gente. Sin
embargo, el presidente le prometió a algunas personas de la población, que
giraría un oficio a la Guardia Nacional para que fuera a cancelar dicho baile.
Lo cierto es que nunca solicitó nada.
Autorizar un baile en plena pandemia es abrirle las puertas
a la muerte. Sin embargo, mucha gente no ve lo peligroso que puede resultar
cualquier aglomeración.
El haber permitido un baile, fue un atentado contra la
sociedad. Desde luego que la gente puede asistir o no a dicho lugar, pero a la
autoridad, a Ramírez Alverdín, le corresponde proteger y cuidar a su pueblo.
Aquí va otro ejemplo. El 6 de julio, éste presidente, envía
un oficio al encargado de la oficina regional de la Secretaría de movilidad, para
notificarle que integrantes del ayuntamiento, y los integrantes de los
servicios de transporte público de pasaje y carga de Huajolotitlán, solicitan el
incremento del pasaje de 7 a 10 pesos.
La constitución dice que todo poder público dimana del pueblo
y se instituye para beneficio de éste, pero Alverdín entiende lo contrario:
estrangula económicamente a su pueblo, con el incremento al transporte de
pasaje, y eso significa el 42.85 %. Esta cantidad superior es la que
debe desembolsar la gente que quiera transportarse de Huajolotitlán a
Huajuapan, o viceversa.
Esto no es más que un odio a su pueblo, al que se supone
debe defender. Además, aquí hay abuso de autoridad, pues él no tiene ningún derecho para incrementar el alza del pasaje.
Éstas dos acciones, el baile y el incremento al precio del
transporte, significa que en realidad no quiere al pueblo que representa.
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