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sábado, 3 de agosto de 2019

Viene el garrote contra la libertad de expresión


Tal vez muchos de nosotros nos hemos puesto a pensar, cómo le hacen los artistas o los escritores cuando se deciden a crear alguna obra. Seguramente ninguno de ellos se ha sentado frente a su máquina, su papel, o frente a su lienzo, y diga que va a forjar una obra para la eternidad. 
Lo normal es que escriban, esculpan, compongan, pinten para el pequeño grupo que forma su entorno. Por ejemplo, Rafael, pintó para sus Papas; Wagner, Moliere, escribieron para sus reyes; Horacio, para sus Mecenas.
Es seguro que los primeros espec­tadores de esa época que salieron de alguno de los estrenos de las obras de esos hombres, ni remotamente supusieron que habían visto algo mundial y para siempre. Tampoco puede pensarse que los primeros lectores del Quijote, se dieran cuenta de la trascendencia de lo que acababan de leer.
Tal vez, ni Juan Rulfo, al publicar "Pedro Páramo”, ni Gabriel García Márquez, ante la primera edición de "Cien años de soledad", sabían bien lo que habían hecho (esa es mi sospecha).
Estamos viviendo tiempos de lecturas, pero no de libros. Ojalá la gente leyera libros, y no se contaminara con lo mucho que encontramos en las redes sociales, principalmente.
Vagar por las redes y leer todo lo que publican allí es infectarse, además, es terminar con los ojos torcidos y con el cerebro desajustado. La peor locura que uno hace al andar en las redes, es meterle esfuerzo sobrenatural al leer cosas que no valen la pena, y eso, sin mencionar la chifladura de traducir lo que quiso decir cualquier fulano.
Caminar en las redes sociales, es entrar a un mundo de errores ortográficos y de pensamientos. Afortunadamente, parece que ya pasó la moda de escribir las palabras con k de kilo, como “k tal”, “K ases”…
Pero ni modo, a nosotros nos tocó vivir el tiempo del Internet, donde muchos nos hemos vuelto productores y a la vez, consumidores de textos. Es probable que tenga algo bueno este medio: adquirir la capacidad de escribir, si se tiene la voluntad. Escribir y leer hacen una bisagra que articula nuestras capacidades intelectuales y emocionales, más que físicas. Esto tiene una gran ventaja, pues muchos de nosotros, cuando nos comenzaron a enseñar las primeras letras, no nos enseñaron a escribirlas, sino a dibujarlas, eso disminuyó nuestra capacidad de asimilación.
Lo importante en este caso, es beneficiarnos de la tecnología que nos tocó vivir. Los alfabetizados debemos aprovechar esos espacios, para escribir con entera libertad: libertad de pensamiento y de expresión, aunque se interpongan los chairos con su garrote en mano, pues parece que su encomienda a partir de esta misma semana, es que nadie se manifieste.
Si ya empezaron con el respaldo a la ley garrote para evitar bloqueos a la refinería de Dos Bocas, con mucho mayor facilidad apretaran las tuercas para que dejemos de expresarnos en las redes sociales y otros medios.
Todos los chairos ya lo hacen, pero van a redoblar su esfuerzo para taparte el paso a la expresión, y además, para que dejes de pensar y pierdas la capacidad de distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo.
Una recomendación, cuando se te vengan encima, no los peles, no los leas, sáltatelos, pues de ellos casi no se aprende nada. Mejor busca textos interesantes en internet, que nos pueden ayudar a desarrollar los músculos cerebrales. Eso nos va a permitir en corto tiempo, saber escribir y pensar con soltura. Así pues, debemos aprovechar el tiempo de nuestro tiempo.

Twitter: @horaciocorro
Facebook: Horacio Corro


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