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miércoles, 17 de julio de 2019


¿Habrán sido tres días?
¿O cinco… tal vez?
La cosa es que
me la he pasado bajo las cobijas.
Sólo eso.
Han sido noches vacías,
tontas,
esperando que algo suceda,
y a la vez,
temiendo.

Dentro de estos días vacíos
me he preguntado
si el mar no se aburre
dentro de su cuenco eterno.

El pez loro
nació para comer trozos de coral
y defecar arena.
Tanta arena defeca,
que es capaz de hacer islas.
Ésa es su encomienda: hacer islas.
Pero no sé si se aburra
de hacer siempre lo mismo.

Es la misma arena
que suavemente pule
la piel de la gente.

Yo no sé
si el pez loro,
en sus miles y miles de años
que tiene haciendo arena,
sepa que lo que produce
sirve para acariciar cuerpos
y lijar las piernas.

Yo no sé,
si el viento se entretenga
esculpiendo rocas,
al mismo tiempo
que se te enreda
en los cabellos.

Pero meterme sólo
bajo las cobijas
sin que nada pase,
me parece una locura.

Definitivamente,
creo que no tengo la paciencia
del mar
ni del pez loro
ni el viento.

Creo que soy fuego,
porque no tengo paciencia.

Así como el fuego,
puedo lamer los pies
como lo hace la arena,
y acariciar
como lo hace el viento.

Definitivamente
Yo no sirvo
Para la paciencia.


#PorSiHaceFalta

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