El fin de EPN y el inicio de AMLO
Con esa costumbre de modificar a su antojo hasta el lenguaje,
consiguió lo que él ambicionaba: la presidencia de la república.
Cambió también aquella tradición que cada seis años realizaba el
presidente electo: desaparecer del país para no opacar la figura presidencial.
Él hizo lo contrario, recorrió el país para agradecer a sus electores. Con eso,
invirtió la agenda tradicional y armó una autoridad electoral ficticia para
ejecutar sus reformas y consultas.
Durante cinco meses hizo desaparecer la figura presidencial y la
de todo su gabinete.
La vida política desapareció de Los Pinos, y se comenzó a desarrollar
en la calle Chihuahua, de la colonia Roma, en la CDMX. Además, a esa
casa llegaron cientos de currículums en busca de trabajo.
Mientras
tanto, el gobierno de Enrique Peña Nieto, prácticamente perdió el encanto que
hace seis años había iniciado como en los tradicionales cuentos de príncipes y
princesas.
Las
brillantes fotografías de entonces, hoy lucían tristes, opacas, pues ya no
estaban las celebridades del cine y la televisión. Hace seis años todo era
frivolidad porque había un representante de México al estilo de revista, a
quien poco le interesó ver por los 123 millones de personas que conforman este
país.
Ningún otro Presidente en la historia de México, se había ido con
un nivel tan alto de desaprobación.
La violencia siempre estuvo presente durante su gobierno: más de
35 mil desaparecidos y cientos y cientos de fosas clandestinas encontradas a lo
largo y ancho del país.
Fueron más de 40 periodistas asesinados en el ejercicio de su
labor.
Nadie olvidará el escape de Joaquín Guzmán, “El Chapo”, de una celda de “alta seguridad”.
Durante estos seis años, se descubrió el mayor número de
gobernadores priistas por corrupción, desvío de recursos públicos, e
integrantes de la delincuencia organizada.
El tema de “la casa blanca”, fue una exhibición de la vida
familiar del presidente que se acabó de ir. Fue la peor burla para el pueblo de
México.
Como nunca, los feminicidios aumentaron a más del cien por
ciento, según datos de las fiscalías de distintos estados. Siete mujeres
asesinadas al día, en promedio.
Aunque se haya ido Peña Nieto, no se olvidarán los casos de Ayotzinapa,
Tlatlaya y Nochixtlán.
Si López Obrador no considera los errores cometidos por Peña
Nieto, elegirá a las personas equivocadas, como ya lo demostró con muchos de
los integrantes de la Cámara de Diputados y de Senadores.
Lo que más perturba, es que el nuevo presidente ignore la
Reforma Educativa. Ni modo. Pudo haber puesto en otro nivel a millones de
estudiantes y maestros que fueron presa de líderes corruptos, mismos que
quieren hacer de este país una isla de ignorantes.
Así termina un sexenio e inicia otro. Peña se fue con un
desprecio histórico, además, buleado en San Lázaro, por el nuevo presidente de
México.
Twitter:@horaciocorro
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Horacio Corro
De pena ajena Sr. Corro. Dedíquese a otra cosa menos humillante para usted y para los pocos lectores que tiene.
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