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miércoles, 31 de octubre de 2018

Días de muertos


Conocemos, no con mucha precisión, ese pequeño trayecto entre la vida y la muerte.
Al poeta le atraen los misterios. Y lo único que tiene para aclarar ese misterio de la muerte, es, ver la cara de la vida.
Todos sabemos que para que tenga sentido la muerte, es preciso enfrentarnos a la muerte. El hombre, al ver las estrellas, tiene conciencia de su fugacidad porque es cuando se siente transitorio, entonces comienza a buscar lo esencial.
Desde la tradición indígena, los muertos mandan. Se respeta "la voluntad del difunto", y se toman los consejos de los que ya se fueron o pasaron "a mejor vida". Esas palabras pesan más que cualquier norma.
Los muertos, a pesar de muertos, mandan sobre el complicado mecanismo del subconsciente familiar que filtra ideas, tendencias, imágenes e instintos de generación en generación y de persona a persona.
El día de los muertos no es sólo una ceremonia del día uno y dos de noviembre, sino punto de referencia para que no se rompa la continuidad entre el ayer y el mañana. Es la fidelidad a la creencia de que están entre nosotros.
Estas fechas jamás van a morir, y mucho menos el colorido que va junto a las flores de cempasúchil.
Alrededor de esto, está el chiste, la burla ante las calacas, las frases ingeniosa y despectiva que ocultan el temor al silencio, al miedo, a la ausencia total y eterna.
Días antes a los días más importantes, la muerte está presente en todas partes. El artesano representa su esquelética figura. Lo mismo hace la hilandera, o el tejedor de la palma.
Las calles se llenan de esa "muerte viva", resucitada a base de colores, o por la pluma afilada de quienes inventan la sátira. Por todas estas tradiciones, la muerte se niega a morir.
Cada año, los muertos del mexicano se inventan y reinventan en otros mitos combinados de verdad y mentira.
En este mes, también, las ramas de los árboles se dejan ver des­nudas, re­torcidas, para dar paso libre a la luz del sol que apare­ce tenue entre las nubes. Y al sol alguien lo rescata aquí abajo: la flor de cempasúchil. Ella es amarilla, solar, suculenta de vida y de per­fume, que renace puntual para darle color al día de muertos.
Allí, en los mercados, en las calles, sobre carros de carga es donde aparece exhibida en manojos. Su perfume parece concentrar los de la ruda y el romero, es, además, el incienso que rodea la ceremonia del día de muertos.
Junto a las flores, no pueden faltar las calaveritas de azúcar que son, a un mismo tiempo, símbolo, golosina y artesanía.
Es otra forma que pervive, a pesar de la competencia gringa de plástico que no tiene nada que ver con la tradición popular. Por desgracia, mucha gente la ha ido aceptando como propia, pero eso no es más que la celebración a la ignorancia.


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lunes, 29 de octubre de 2018

Ladino López, convirtió a sus chairos en sabios


Algunos padres de familia creen que, si consultan la opinión de sus hijos para todo, incrementarán su autonomía y su madurez en las decisiones más elemental en su vida. 
Desde que nacemos, o al menos, desde que hacemos uso de nuestro razonamiento, estamos haciendo elecciones constantemente por ejemplo ¿qué comer?, ¿qué me gusta o me disgusta? ¿qué hacer hoy y qué hacer mañana? entre otras miles de preguntas que nos planteamos en forma instantánea y que casi no nos damos cuenta de que las realizamos.
Para muchos padres, el nuevo estilo de educación es pedirle a sus hijos menores de edad que decidan sobre algo, cuando todavía no tienen la capacidad de decidir qué es lo mejor para ellos mismos.
Casi cualquier persona adulta sabe tomar decisiones, siempre y cuando sepa analizar los datos que tiene a la mano y los compare con las distintas alternativas que le ofrece la situación. Solo así podrá elegir la opción de mayor provecho posible.
Pero cuando desconoce lo que más le conviene, es necesario que alguien lo ayude a elegir, como puede ser desde la ropa hasta el alimento.
Así pues, un jovencito que no tiene esa capacidad, deberá primero aprender para desenvolverse posteriormente. Sin ese aprendizaje, el jovencito jamás podrá decirnos un día como debe funcionar el mundo.
Con buena preparación, les llegará el tiempo preciso para que los hijos intenten cambiar el mundo. Mientras son pequeños, tienen que participar dentro de las líneas que les marquen sus padres.
Así son las leyes naturales de este mundo, y nadie las puede cambiar. Si no crecemos, jamás daremos frutos, no hay de otra.
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador, está quebrantando esta ley: con la consulta nacional al nuevo aeropuerto internacional de México, quiere cosechar frutos de quienes no los podrán darán.
En este caso, el pueblo es como un niño que no puede decidir sobre un tema técnico de aviación que desconoce.
Y lo peor, éste señor, convirtió a sus votantes en sabios para que le sirvan de escudo en sus posibles errores. Lo que hace López, es abusar de la ignorancia de la gente al clasificarlos de sabios, y conseguir sus intereses.
En el fondo de todo esto, tiene miedo de no llegar a ser un buen padre o líder, por eso le otorga su poder al pueblo para que, en caso de cualquier desgracia, sus hijos lo apapachen o le perdonen.
Como parece que sus rutinas serán frecuentes, no es el hombre que México necesita. Lo que parece claro, es que le da miedo entrar en conflicto con la ciudadanía, por eso prefiere dizque soltarle su poder al pueblo, y mantenerlos engañados. Su actitud es la de un ladino.
La consulta fue tan loca, como preguntarles a los hijos menores de edad cuántas horas de videojuegos quieren tener.
Si va a soltar el poder intermitentemente, o si va a estar engañando al pueblo con sus consultas, entonces, cómo confiarle el país. Si sigue así, va a ser capaz de sentar a cualquiera en su silla, con tal de no hacer sentir mal a nadie, para seguir teniendo un pueblo lindo, inteligente, y dispuesto a bailar cualquier ritmo.


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martes, 23 de octubre de 2018

Normalistas asaltantes


Cuando el gobierno no puede con los desórdenes callejeros, su única salida es decir que apoya la tolerancia. Con eso cree que todo lo tiene resuelto. Prefiere usar la palabra tolerancia, la cual no ofrece ninguna solución, pero con ella permite la insolencia. 
El gobierno de Oaxaca, el que encabeza Alejandro Murat, no quiere aprender ni va a aprender, a trazar límites, cuando tiene enfrente una conducta desafiante.
El gobernador prefiere decir que Oaxaca está en paz, a molestar a la Secretaría de Seguridad Pública y a la Fiscalía General del Estado.
Si Oaxaca significara importancia para nuestras autoridades, impondría orden, en vez de tener la vaga esperanza.
Con tal de seguir viviendo en la comodidad, toda la bola de funcionarios que tienen que ver con la seguridad y con la educación en la entidad, dicen que no pueden hacer nada, ante los constantes asaltos y robos que ejecutan las normalistas de Tamazulapan, a los camiones de transporte de carga.
Todos esos funcionarios, esperan que la conducta anhelada aparezca por arte de magia.
Pero pensándolo bien, con qué calidad puede exigir el gobierno de Oaxaca, respeto a las alumnas de la Escuela Normal Rural Vanguardia de Tamazulapan, si los mismos hombres del gobierno carecen de cualidades, como lo es la honradez, la honestidad, la vergüenza, la integridad. Desde luego que no pueden exigir algo que no se tiene. De ahí que a las chicas de la Normal de Tamazulapan, se les permita robar, asaltar, saquear, desvalijar.
Tampoco debemos perder de vista, la educación que le dieron los padres a sus hijas que hoy dizque estudian en esa Normal. Seguramente los papás de estas asaltantes de caminos, jamás les inculcaron respeto. El niño aprende a respetar a sus padres, no para satisfacer su ego, sino porque su relación con ellos sirve de base en su trato con el resto de la gente en el futuro. Es claro que ninguna de las rateras de la Normal, tuvieron ante sus ojos una figura de autoridad, que es la piedra angular de su actitud frente a la autoridad escolar, los funcionarios de la ley, los gobernantes, los jefes, y otras personas con quienes en algún momento van a convivir y a trabajar.
Es posible que estas malas hijas hayan logrado exitosamente desafiar a sus padres durante sus primeros quince años. Se rieron de ellos en su cara, y se burlaron con terquedad de su autoridad, lo que las orilló a un desprecio natural hacia ellos y hacia la sociedad.
Es muy probable que estas jovencitas se refieran a sus padres como “viejos tontos”, “me quieren, pero en realidad me tienen miedo”, “viejos buenos para lástima”, etcétera.
La manera gansteril de estas mujeres al ejecutar sus asaltos y robos a los camiones de los empresarios de la región mixteca, y de otras partes del país, es, además, contra todos los ciudadanos. Tal vez lo hagan por razones de venganza, de satisfacción, de envidia, y porque suponen hacer una “lucha” que en realidad es inexistente.
El terrorismo que estas mujeres practican, es una realidad de la vida diaria, mismo que la sociedad ya no la soporta.
Para desgracia de los padres de estas chicas, son doblemente culpables al abandonar a sus hijas en manos de aquellos que hoy las usan para sus propios fines: reforzar la delincuencia por parte de la sección 22.

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miércoles, 17 de octubre de 2018

Mole de caderas


          Yo creo que desde que se escribió el libro "Como agua para chocolate" de Laura Esquivel, la cocina se convirtió en un arte, principalmente para los hombres. 
          Esta novela fue arrancada de las manos de cocineras, cocineros y chefs, porque ahora todo el mundo quiere saber algo de la materia. Los que ya leyeron este libro, ahora opinan, critican, y, llegado el caso, hasta elaboran platillos.
          Hace años, no muchos, los hombres casi no se atrevían a entrar a los recintos reservados para las mujeres. Si acaso, compraban comida en latas o sopas instantáneas y eso consumían.
Había otros, que aburridos de los huevos a todas horas o de las salchichas, acaban por prepararse ellos mismos algo en la cocina.
Hoy no es raro que mientras la señora lee sobre política o deportes, el señor busca qué nuevo platillo elaborar.
          Desde hace cincuenta y tantos años, Alfonso Reyes y Salvador Novo, comenzaron a meter en sus obras literarias consejos o recetas culinarias. Hace años también, Fernando Sánchez Mayánz, publicó un libro de cocina mexicana. Otro que también escribió de cocina, fue Paco Ignacio Taibo, autor de los breviarios de la fabada y del mole. Otro más fue Julio Alejandro de Castro, escritor del libro de los chilindrones.
          Otro que también escribió de cocina fue José Iturriaga de la Fuente, él escribió "De tacos tamales y tortas". Por cierto, una vez mi esposa lo llevó a comer a la Presa Yosocuta, donde le prepararon un caldo verde de pescado. Este cuate comía de todo. No le hacía feo a nada.
          Me estoy acordando del libro que escribieron las mujeres integrantes del “Patronato para la atención al adulto mayor de Huajuapan”, donde vienen un montón de recetas olvidadas de la cocina mixteca. Este libro se llama "Sazón y tradición, cocina mixteca".
          En ese libro, más o menos en las páginas centrales, viene la receta del mole de caderas. Donde los ingredientes necesarios para preparar este platillo son una cadera y un espinazo de chivo en trozos, ejotes, ajos, chile costeño y guajillo, y un manojo de guajes rojos, hoja de aguacate, cilandro, cebolla y oiga usted. Aquí no más faltan las tortillas bajaditas del comal.
          La receta de este mole aparece en este libro porque hubo un momento que estuvo a punto de desaparecer la matanza de chivos en Huajuapan. Sin matanza nos quedaríamos sin ese platillo que forma parte de nuestro patrimonio cultural intangible. Además, muchos de los restaurantes de la ciudad ni siquiera lo conocerían.
          Pero no es solo eso, sino también la derrama económica que ese platillo genera a muchas familias de la región, así como a restaurantes, hoteles, cocinas y comercio en general.
          Que es caro el platillo, es cierto, pero es mucho más barato que en Tehuacán, por ejemplo. De todas formas, si no lo vas a consumir, de alguna manera resultarás beneficiado sin que te des cuenta.
          Atrás de los chivos y del mole de caderas, hay mucha gente que tiene trabajo. Están los matanceros, los chiteros, los que preparan las frituras, que son los que hacen el chicharrón, las ubres y las costillas. También está la gente que trabaja directamente en las calderas.
          Ojalá, de veras, que la región tuviera otras formas de allegarse recursos frecuentemente, pero lo de los chivos cebados, solo son unos cuantos días al año y por estas fechas.
         
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lunes, 15 de octubre de 2018

Día de la Raza 


La semana pasada celebramos el llamado Día de la Raza. Estamos a 526 años de que Colón mirara las playas de lo que sería el llamado el Nuevo Mundo.  
Cada país, a esta fecha le da diferentes nombres, como por ejemplo: El inicio del holocausto, Día del respeto a la diversidad cultural, Día de la descolonización, Día de la interculturalidad. Estados Unidos llama a este día: Día de Colón. España también celebró esta fecha con el nombre de la Fiesta de la hispanidad.
Es curioso que México le llame Día de la Raza a una celebración que desde los primeros gritos que se hicieron por la búsqueda de su independencia, y que se manifestó antiesclavista y enemigo del racismo, hoy se celebre por lo que se opuso en 1810.
Para Miguel Hidalgo, todos éramos americanos y no debíamos ser divididos como lo quería la Corona española: en castas. Para Hidalgo, ser americanos significaba que no había diferencia entre un criollo, un mulato, un mestizo, un saltapatrás, un no te entiendo, etcétera. Ahora sabemos que ser mexicanos no viene a ser otra cosa más que ser mestizos.
Se puede decir que los mexicanos somos el producto de una violación, con el siguiente agravante: el hijo de esa agresión sexual era más mal visto que los propios indígenas. A esa mezcla se le conocería como el pueblo mexicano.
El mestizo siempre fue mal visto, incluso para Carlos Marx, quien nos llamó, "los últimos de los hombres". Pero años después, los últimos de los hombres derrotan al mejor ejército del mundo. Esto sucedió el cinco de mayo, cuando el Ejército de México pudo derrotar a los franceses en la batalla que se llevó a cabo en Puebla de Zaragoza, en 1862.
Después de eso ya no nos deshonraba ser mestizos porque habíamos aceptado nuestras raíces. Dicen que hay un arte de envejecer con respetable distinción. De la misma manera hubo un arte de ser mestizo, es decir, de aceptar el hecho de ser mestizo. Y si a eso vamos, si de asumir nuestro destino se trata, le podemos echar un vistazo a nuestra historia, y veremos que, a pesar de retrocesos, caídas y traiciones, en realidad no lo hemos hecho tan mal.
Aunque para reconocer las cosas tal cual son, habrá que decir que de hace 6 años a la fecha, hemos andado mal, muy mal en este país, y para los seis años que se ven enfrente, parece que vamos a estar peor.
Se me hace que hemos estado así porque los que están al frente de este país no son mestizos, sino saltapatrás, y los que están enfrente esperando su turno, son no te entiendo.


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