Mole de caderas
Yo
creo que desde que se escribió el libro "Como agua para chocolate" de
Laura Esquivel, la cocina se convirtió en un arte, principalmente para los
hombres.
Esta
novela fue arrancada de las manos de cocineras, cocineros y chefs, porque ahora
todo el mundo quiere saber algo de la materia. Los que ya leyeron este libro, ahora
opinan, critican, y, llegado el caso, hasta elaboran platillos.
Hace
años, no muchos, los hombres casi no se atrevían a entrar a los recintos
reservados para las mujeres. Si acaso, compraban comida en latas o sopas
instantáneas y eso consumían.
Había otros, que aburridos de los huevos a
todas horas o de las salchichas, acaban por prepararse ellos mismos algo en la
cocina.
Hoy no es raro que mientras la señora lee
sobre política o deportes, el señor busca qué nuevo platillo elaborar.
Desde
hace cincuenta y tantos años, Alfonso Reyes y Salvador Novo, comenzaron a meter
en sus obras literarias consejos o recetas culinarias. Hace años también,
Fernando Sánchez Mayánz, publicó un libro de cocina mexicana. Otro que también
escribió de cocina, fue Paco Ignacio Taibo, autor de los breviarios de la
fabada y del mole. Otro más fue Julio Alejandro de Castro, escritor del libro
de los chilindrones.
Otro
que también escribió de cocina fue José Iturriaga de la Fuente, él escribió
"De tacos tamales y tortas". Por cierto, una vez mi esposa lo llevó a
comer a la Presa Yosocuta, donde le prepararon un caldo verde de pescado. Este
cuate comía de todo. No le hacía feo a nada.
Me estoy
acordando del libro que escribieron las mujeres integrantes del “Patronato para la atención al
adulto mayor de Huajuapan”, donde vienen un montón de recetas olvidadas de la
cocina mixteca. Este libro se llama "Sazón y tradición, cocina
mixteca".
En ese libro, más o menos en las páginas centrales, viene
la receta del mole de caderas. Donde los ingredientes necesarios para preparar
este platillo son una cadera y un espinazo de chivo en trozos, ejotes, ajos,
chile costeño y guajillo, y un manojo de guajes rojos, hoja de aguacate,
cilandro, cebolla y oiga usted. Aquí no más faltan las tortillas bajaditas del
comal.
La
receta de este mole aparece en este libro porque hubo un momento que estuvo a
punto de desaparecer la matanza de chivos en Huajuapan. Sin matanza nos
quedaríamos sin ese platillo que forma parte de nuestro patrimonio cultural
intangible. Además, muchos de los restaurantes de la ciudad ni siquiera lo
conocerían.
Pero
no es solo eso, sino también la derrama económica que ese platillo genera a
muchas familias de la región, así como a restaurantes, hoteles, cocinas y
comercio en general.
Que
es caro el platillo, es cierto, pero es mucho más barato que en Tehuacán, por
ejemplo. De todas formas, si no lo vas a consumir, de alguna manera resultarás
beneficiado sin que te des cuenta.
Atrás
de los chivos y del mole de caderas, hay mucha gente que tiene trabajo. Están
los matanceros, los chiteros, los que preparan las frituras, que son los que
hacen el chicharrón, las ubres y las costillas. También está la gente que
trabaja directamente en las calderas.
Ojalá,
de veras, que la región tuviera otras formas de allegarse recursos
frecuentemente, pero lo de los chivos cebados, solo son unos cuantos días al
año y por estas fechas.
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Horacio corro
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