Quiero reconocer a los asaltantes en éste día. Primero, permítanme saludarlos y enviarles mi comprensión y respeto.
Me dirijo a ustedes porque detesto y odio el delito, pero intento comprender al delincuente. Ustedes arrebatan lo ajeno pero exponen lo propio. Yo creo que por eso los admiro. Los admiro en la misma medida en que desprecio a sus compañeros funcionarios. Esos hombres que hablan todo el tiempo de honestidad y transparencia y que dicen cuidar nuestros intereses, pero que asaltan desde sus trincheras en la impunidad misma.
