La naturaleza política y psicológica de Benjamín Robles
Los candidatos a las presidencias municipales
despiertan más interés en la población que los candidatos a diputados federales
o locales, no hay comparación. La gente sabe que un diputado federal o local
recogerá sus votos y jamás volverá a la población; si acaso, volverá cuando
necesite de otros votos del ciudadano bobo.
En cambio, el presidente municipal es la figura
que representará a la población. Es el personaje político más cercano que tiene
el ciudadano, por eso despierta tanto interés este tema.
Lo curioso de este asunto, es que el ganador de cualquiera
de estas elecciones, es el más mentiroso de todos los candidatos, aunque hay
excepciones, claro. Eso lo sabe la gente y lo reconoce, pero sobre ese
conocimiento, todavía, le otorgan su sufragio.
Lo cierto es que los electores prefieren una
mentira agradable a una verdad amarga. Por ejemplo, si uno de los candidatos
dijera en su campaña que no les va prometer agua potable ni drenaje porque su
administración no va a tener dinero, los votos que obtendría serían mínimos.
Increíble, pero así es. La
gente prefiere una explicación falsa a no tener ninguna explicación. Es lo
mismo que pasa en las redes sociales. Las mentiras tienen más me gusta o más
compartidos que una información real.
La gente prefiere escuchar, por ejemplo, que
durante el semáforo verde, se va a amarrar el virus para que la gente pueda
salir a la calle con toda confianza, y se niega a conocer la verdad científica.
Así pues, la gente prefiere vivir con creencias y opiniones sin sustento, que aceptar
verdades.
Sabedor de este truco, el Diputado del PT, Benjamín
Robles Montoya, prefiere ser entrevistado por un periodista patito, de esos de tres
varos, que se prestan a hacerle una entrevista a modo. Desde luego que un
periodista serio jamás se prestaría a hacer ese tipo de trabajo.
Sin embargo, el compañero periodista Rafael
Hernández, director y fundador de la revista Tucán, trató de entrevistarlo
mientras el candidato hacía un recorrido en los pasillos de un mercado de la ciudad
de Oaxaca, y ninguna de las preguntas que le hizo el reportero las respondió,
es más, lo agredió con su arrogancia y sus palabras retadoras.
Benjamín, que presume ser demócrata, no es más que
un dictadorcillo que quiere imponer sus decisiones sobre los periodistas. También
dice ser 100% Obradorista. Lo dice porque en realidad nada le importa el
ciudadano. Si le importara la gente, se opondría a hacer cosas en contra del
pueblo, pero las hace solo para satisfacer o quedar bien con el presidente de
la República.
Como Robles Montoya está obligado a acatar, sin
discusión alguna las órdenes de su jefe, así quiere actuar con todos los
periodistas: que estos se le acomoden a su conveniencia, a sus intereses.
La naturaleza política y psicológica de este
diputado que anda en busca de su reelección, es la de un ególatra que le gusta
que todo mundo le rinda culto sobre su nulidad en la Cámara de Diputados.
Si examinamos el discurso de este personaje, su
retórica es populista y cargada de promesas dirigida a los más pobres, y sólo
por eso, cree ser el representante o vocero de los desamparados. Si observan,
no carga ninguna propuesta, sino la ponderación de la miseria, y con eso, se
cree el salvador de los oaxaqueños. Para él todos son corruptos, como le dijo a
Rafael Hernández, “alguien te mando”, cuando es uno de los pocos periodistas
independientes con más de 26 años al frente de Tucán y más de 50 años como
periodista.
Para Benjamín Robles, entre más hambriento, más
ignorante y desarrapado te vea, es mejor, porque eso le garantiza a él que
puede controlarte. Es por eso que le molesta la gente pensante, porque con
ellos está en riesgo su poder.
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