Así como
los billetes pierden su valor con el tiempo, hay palabras que por su
significado también han perdido su valor. De tanto usarlas se degradaron, y por
lo mismo, terminaron exprimidas sin sentido alguno. Otras palabras fueron
desangradas, envenenadas o injuriadas.
Tres
palabras son las que en este momento electoral hacen mucho ruido por su
significación: justicia, corrupción, y paz. Estas palabras han sido usadas como
calmantes ante la situación por la que atraviesa nuestro país, pero aún con
ellas, ya no justifican ni significan mucho.
Estas tres
palabras juntas las tratan de referir con la esperanza. Esperanza que creen los
que las dicen, que todavía las espera el pueblo.
Y el
pueblo… con todo respeto, ¿alguien sabe quién es o quiénes son el pueblo?
Muchos han
de pensar que se trata de una pregunta necia, pero de tanto escucharla, de
tanto que la repiten los políticos, parece que lleva la intención de hacer a un
lado a gran parte de la población.
Los
políticos así como los funcionarios de los tres niveles de gobierno, siempre echan
por la boca aquello de que ellos están para servir al pueblo, pero ellos no son
el pueblo.
Si se dan
cuenta, por ejemplo, las fuerzas armadas y los cuerpos policiacos y todos los
similares y conexos, dicen que están para resguardar la paz y garantizar la
seguridad del pueblo. Esto quiere decir que toda esta bola de gente tampoco son
ni pertenecen al pueblo.
Los
líderes obreros, burócratas, campesinos, sindicatos y demás organizaciones, aseguran
que por encima de los intereses de sus propios agremiados, están los intereses
del pueblo, con lo cual, estos sectores mayoritarios también quedan excluidos
de ser pueblo.
Los
empresarios, los banqueros, y todos aquellos que tienen mucha lana, no sólo no
son ni les interesa ser pueblo, es más, demuestran no serlo cada que tienen
oportunidad de manifestarle a éste su desprecio.
La clase
media, esa que casi ya no existe, esa que se confunde cada día más con la baja
sociedad, le tiene una especie de horror a la sola posibilidad de llegar a ser
pueblo.
Lo que sí
nos queda claro a todos, es que al pueblo se le trata como a un imposibilitado
que no puede valerse por sí mismo y necesita de alguien que lo guíe, que lo
proteja, defienda, lo entretenga. Al pueblo se le ve con tanta invalidez, que
por lo mismo se cometen muchas infamias en su nombre y en su contra.
Sólo en
las campañas políticas se le reconoce el evidente abandono en que se le tiene.
Sólo en las campañas se nota su miseria y su soledad. Es cuando abundan los
defensores que a la menor provocación se rasgan las vestiduras para que los
electores vean que en su pecho trae escrito un mensaje de generosidad. Todos
estos buscadores del voto se convierten en auténticos poetas de sacrificio con
el pueblo. Ellos son capaces de derramar su sangre porque sienten el sufrimiento,
el hambre, las enfermedades, su sometimiento y demás, porque en ese momento son
igual a ellos. Y lo de siempre, prometen que desde la Cámara de Diputados, o
desde la presidencia municipal, o desde el Senado, desjorobarán al pueblo de
todos sus males y sufrimientos.
Les vuelvo
preguntar una vez más: ¿quiénes son ustedes que me leen, en este momento?
¿Cuántas
veces al día oyen o leen la palabra pueblo? ¿Cuántas veces justicia, corrupción,
y paz? Pero, ¿quién de ustedes escucha esas palabras conscientes de su significado
real? ¿Cuántos de ustedes se reconocen como pueblo?
En muchas
ocasiones la gente confiesa venir de arriba o de donde se pone el sol, o donde
se oculta, pero eso no sirve.
Sería
hermoso que se dejara de prostituir el significado de las palabras, y mejor
asumieran un verdadero compromiso social y moral, que presumen decir en los
discursos.
Si alguna
vez te has sentido sin raíces, desgraciado, y con ganas de sostenerte en algo
pero no lo encuentras, quiere decir, entonces, que hay un serio problema en
este país: el pueblo no existe.
Twitter:@horaciocorro
Facebook:
Horacio Corro
horaciocorro@yahoo.com.mx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por participar