Una muerte provocada por un urbanero oaxaqueño, casi tiene el mismo valor que el apachurramiento a un animal.
Éstos manejadores del volante, sean de cualquier línea camionera, siempre nos obligan ver los mismos problemas sobre el asfalto de la ciudad: atropellamientos, sangre, lágrimas, impotencia y mucho dolor. Pero no importa. Mientras el gobierno de Oaxaca no hagan nada, la sangre de toda esa gente que ha muerto bajo las llantas, caerá también sobre ustedes. Esa sangre grita más que su indolencia, que su ineptitud. Twitter: @horaaciocorro
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