Hace unos cuantos años, por estas fechas, veíamos cargar al cartero un buen tambache lleno de sobres, sobrecitos y sobresotes que iba a repartir casi casa por casa en esta ciudad.
Los sobres, claro, no podían contener otra cosa más que tarjetas de Navidad. Hoy, un aspirante a un hueso o a una diputación o senaduría, despacharía sus tarjetas a
aquellas personas que forman parte del gabinete gubernamental. Sin importar que
exista o no lazo de amistad.
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