Mujeres oaxaqueñas en Peligro
Todos nos hemos enterado del lamentable episodio ocurrido en San Pedro Ixtlahuaca, donde el presidente municipal, Roberto Pérez Delgado, agredió a una mujer. Además de ocupar este cargo, Pérez Delgado es suplente de la senadora Laura Estrada Mauro, lo que quizás le hace creer que tiene el derecho de actuar con total impunidad, al golpear a una mujer, respaldado por sus guardaespaldas y elementos de la policía municipal.
Cualquier forma
de violencia es inaceptable y constituye un grave abuso de poder. Nadie tiene
derecho a maltratar a otra persona, sea de manera física, verbal o psicológica.
Este tipo de actos no solo vulneran los derechos humanos y la dignidad de las
víctimas, sino que también destruyen la confianza en quienes deberían proteger
y servir a la ciudadanía.
El presidente
municipal ha intentado justificar su agresión bajo el argumento de
"defensa propia", pero los hechos revelan un claro abuso de poder y
una actitud profundamente misógina que debería ser sancionada legalmente. Según
lo reportado en redes sociales, la víctima es una mujer indígena, lo que añade
una dimensión de discriminación étnica que agrava aún más el caso. No es
casualidad que el repudio hacia el alcalde haya sido unánime en las plataformas
digitales.
El video que
circula ampliamente no deja dudas sobre lo ocurrido: un acto de abuso, falta de
empatía y una total carencia de autocontrol. Esto no es un incidente aislado;
en Oaxaca, la violencia contra las mujeres ha alcanzado niveles alarmantes que
requieren atención urgente.
Por si fuera
poco, otro caso indignante y preocupante, es aquella difusión de fotografías
íntimas de mujeres indígenas en redes sociales, sin su consentimiento. Este es
un acto de violencia digital que, aunque está tipificado como delito bajo la
Ley Olimpia, permanece impune. Lo más alarmante es que el responsable, como
tiene conexiones políticas está fuera del alcance de la justicia.
La situación se
agrava con incidentes como el protagonizado por María Elena Ríos, quien se hace
llamar indígena y es conocida por sus propios actos violentos y extorsión a sus
parejas. Todo lo que hace esta mujer evidencia no solo su falta de control, sino
su intención de causar daño deliberado a quien sea. Después de que Elena Ríos
atacara brutalmente a una mujer en el hospital, el gobierno del Estado no
emitió ningún comunicado al respecto, lo que deja claro que la inacción sigue
siendo la norma cuando los involucrados tienen algún nivel de poder o
influencia.
Es imperativo
que no permitamos que este tipo de agresiones se normalicen o queden en el
olvido. Cada caso debe investigarse con rigor para garantizar justicia y, más
importante aún, el gobierno debe demostrar un compromiso real con la
erradicación de la violencia de género, sin importar quién sea el agresor o qué
conexiones tenga.
Si Oaxaca sigue sumida en la indiferencia y la impunidad, cada acto de violencia que quede sin castigo perpetuará un sistema que oprime y margina a las mujeres. Las mujeres tienen derecho a vivir sin miedo. Es hora de que el gobierno actúe y cumpla su promesa de protegerlas, porque ninguna mujer debería enfrentar sola un sistema que prometió protegerla.
X:
Horaciocorroes
Facebook: Horacio Corro